COLUMNA INVITADA

Voltaire y la obligación de ser rebelde

No se requiere demasiada imaginación para identificar al león de Esopo (600-564 a.n.e.) con cualquiera de los mandamases de la política en México

OPINIÓN

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Luis Ignacio Sáinz / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

En los tiempos más refinados, el león de Esopo hace un pacto con tres animales vecinos suyos. Se trata de dividir una presa en cuatro partes iguales. El león, por buenas razones que deducirá en tiempo y lugar, primero toma tres partes para él solo, y amenaza con estrangular a cualquiera que se atreva a tocar la cuarta. Esto es lo sublime de la política. 

François-Marie Arouet “Voltaire” (1694-1778): “Diccionario filosófico portatil” (Ginebra, 1764).  

Disfrutemos la belleza de la cita de Voltaire en su lengua original: “Dans les temps les plus raffinés, le lion d’Ésope fait un traité avec trois animaux ses voisins. Il s’agit de partager une proie en quatre parts égales. Le lion, pour de bonnes raisons qu’il déduira en temps et lieu, prend d’abord trois parts pour lui seul, et menace d’étrangler quiconque osera toucher à la quatrième. C’est là le sublime de la politique.” Esto nos recuerda el genial polemista, pensador y escritor en alguna de las 352 páginas que reúnen 73 artículos de “Abad” a “Zoroastro” (según otros de “Abraham” a “Virtud”), en la obra que también se conociera como “La razón por el alfabeto”.  

Para los enciclopedistas el civismo pasa por estar ilustrado, educarse para participar en los asuntos que conciernen a todos, pues sin formación crítica no existe el ciudadano sino el súbdito. Supongo que aun este dieciochesco personaje, campeón contra la intolerancia y la superstición, se espantaría de la estulticia prevaleciente en nuestra competencia protoelectoral, caracterizada por el inexistente debate de ideas y la vulgaridad entronizada. La reflexión palidece cuando el lenguaje se banaliza y empobrece. Acierta Ludwig Wittgenstein al sostener: “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” (Tractatus Logico-Philosophicus, § 5.6; 1921).  

No se requiere demasiada imaginación para identificar al león de Esopo (600-564 a.n.e.) con cualquiera de los mandamases de la política en México. El moralista nacido en Mesembria (Bulgaria) y fallecido en Delfos (Grecia), muerto apenas a los 36 años, guardaba predilección por zorras, lobos y leones en el bestiario de sus lecciones morales; y cualquiera de estas especies representa con tino a los políticos. El patrimonialismo, creer que la cosa pública es “hacienda privada”, define a todos los actores de la atribulada escena nacional. Cambian los lenguajes justificatorios de semejante acto confiscatorio dependiendo de los protagonistas y los partidos políticos, aunque sin mayor distinción recurren a similares —y hasta hermanadas— estratagemas ideológicas que normalizan el ultraje a las instituciones, el desconocimiento de las leyes o el enriquecimiento ilícito del poderoso y/o de quienes forman parte de su primer círculo, por no abundar en semejantes “deleites del delito”.  

Se avizora el advenimiento de un nuevo canibalismo, pues entre las filas de las propias organizaciones políticas, más bien agencias de empleo y plataformas de especulación, prevalece ya una rivalidad sin freno alguno: las ilusiones y los intereses personales desplazan los temas de la agenda pública y se promueven a cualquier costo. Nuevos antropófagos, los precandidatos de todos los colores han demostrado contar con un apetito voraz donde principios, modales, buenas costumbres, salen sobrando y resultan bocados digeribles. Todos (sin distinción de género, pues “todos” hace las veces de adjetivo que señala a la totalidad de personas en una oración) son majaderos profesionales.  

POR LUIS IGNACIO SÁINZ

PAL