POLÍTICA Y DIPLOMACIA SOSTENIBLE

Úrsula von der Leyen en México-Tenochtitlan

Vino a ver al presidente López Obrador con el propósito específico de zanjar diferencias y alcanzar un AI y un AGM hacia fin de año, antes de las elecciones en México y en Europa de 2024

OPINIÓN

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Miguel Ruiz Cabañas / Política y Diplomacia Sostenible / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

La geografía es parte integral de la historia de cualquier región, y ese siempre ha sido el caso en Europa, especialmente desde 1945. Después de llevar al mundo a dos guerras mundiales, los europeos decidieron que era la hora de la paz a través de la integración económica, la cooperación, y valores esenciales como los derechos humanos, la justicia, el estado de derecho y la democracia. Una de las mayores transformaciones de nuestro tiempo, que mayor esperanza da a la humanidad de que es posible mejorar el mundo, es la metamorfosis europea de las últimas ocho décadas, para transitar de Hitler y Mussolini, a la Unión Europea (UE). 

Con sus 27 miembros y 450 millones de habitantes, la UE es una de las grandes potencias económicas mundiales, junto con Estados Unidos, China y Japón. Es la mayor exportadora de bienes y servicios a nivel global, una de las principales fuentes de inversión extranjera directa, producción científica, innovación tecnológica y cooperación internacional, con programas de apoyo técnico y financiero, en áreas como salud, educación, infraestructura y gobernanza. 

La UE es, además, líder en la creación de normas en los organismos internacionales en los más variados campos: desde la agricultura y la alimentación, hasta el transporte, pasando por el comercio, el cambio climático, los derechos humanos, el derecho humanitario, la inteligencia artificial, la inversión, y cuestiones éticas relacionadas con el uso de nuevas tecnologías. Es un socio fundamental para cualquier país que aspire a promover su desarrollo y contribuir a la paz, estabilidad y el bienestar humano. Hace algunos años, la UE seleccionó a algunos países como sus “socios estratégicos”, con quienes busca desarrollar una relación prioritaria: Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, India, Japón, Rusia, Sudáfrica, y si, México. 

A fines del siglo pasado, nuestro país y la UE alcanzaron un acuerdo global (TLCUEM) con tres pilares: comercio, concertación política y cooperación. En 2013 ambas partes decidieron “modernizar” ese tratado con un nuevo Acuerdo Global Modernizado (AGM). Las negociaciones concluyeron en 2018. Pero, ante la perspectiva de que el AGM tomara años antes de ser ratificado por el Parlamento Europeo (PE) y los parlamentos nacionales de sus 27 miembros, en octubre de 2020 la UE planteó dividir el AGM en tres partes: una política y de cooperación, otra comercial, y otra de inversiones. México no aceptó la propuesta europea, insistiendo en que se trataba de un acuerdo integral. La firma del nuevo Acuerdo se retrasó dos años más. 

En octubre de 2022, las partes alcanzaron una solución de compromiso que consiste en suscribir, en forma paralela, dos acuerdos: 1) el AGM tal y como resultó de las negociaciones, sin modificación alguna; y, 2) un Acuerdo Interino (AI) exclusivamente sobre comercio. El AI podría entrar en vigor de manera casi inmediata, una vez que sea ratificado por el Senado y por el PE, mientras que el AGM pasará al largo proceso de ratificación no sólo del PE, sino de los 27 parlamentos nacionales. Por este tipo de procesos, nadie se ha atrevido nunca a acusar a los europeos de ser demasiado rápidos en sus decisiones. 

Pero ahora hay un nuevo escollo: el AGM no corresponde con la ley eléctrica aprobada en México en 2021. Afortunadamente, hay formas de zanjar este nuevo desacuerdo, incluyendo la posibilidad de que las partes introduzcan reservas a ciertas disposiciones del Acuerdo. Para México, los beneficios esperados del AI son enormes, incluyendo la eliminación de aranceles europeos para autos eléctricos y ciertos productos agropecuarios. Si el AI no entra pronto en vigor, la industria mexicana perderá competitividad en Europa, se perderían muchos empleos, y se corre el riesgo de que inversiones europeas se trasladen a otros países. Por ejemplo, sin el AI los autos eléctricos que se produzcan en México perderían competitividad, afectando los planes futuros de inversión de las grandes armadoras. 

En ese contexto, la semana pasada tuvo lugar, en el marco de una gira latinoamericana, la primera visita a nuestro país de la actual Presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, quien vino a ver al presidente López Obrador con el propósito específico de zanjar diferencias y alcanzar un AI y un AGM hacia fin de año, antes de las elecciones en México y en Europa de 2024. Su visita demuestra que la UE no sólo está pensando en Ucrania. También le urge reforzar sus alianzas estratégicas globales. https://www.gob.mx/presidencia/prensa/reunion-entre-el-presidente-de-mexico-y-la-presidenta-de-la-comision-europea?idiom=es 

Es cierto. El comercio con la UE es muy menor comparado con el que existe con Estados Unidos o China. Pero la UE es la segunda fuente de inversión extranjera en México, con alrededor de 31 por ciento del total en los últimos años, según los datos de la Secretaría de Economía. https://portales.sre.gob.mx/globalmx/es/relaciones-economicas/inversion#:~:text=De%20acuerdo%20con%20datos%20de,m%C3%A1s%20importante%20en%20el%20pa%C3%ADs

La visita de Doña Úrsula ofrece a ambas partes la posibilidad de consolidar una verdadera alianza estratégica para las próximas décadas. Para México, nuestra diversificación internacional real comienza en Europa. Nuestro país puede convertirse en el socio latinoamericano más importante de la UE en la era de la transición energética y una economía más sustentable. Es hora de cerrar los desencuentros. La SRE cuenta con negociadores experimentados para defender con lucidez el interés nacional.

 

POR MIGUEL RUIZ CABAÑAS

PROFESOR EN EL TEC DE MONTERREY
@MIGUELRCABANAS

MIGUEL.RUIZCABANAS@TEC.MX

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