COLUMNA INVITADA

La Santa Sede y el conflicto entre Ucrania y Rusia

Ante este escenario, justo en esa visión humanista de encontrar una solución al conflicto, por el momento, la Santa Sede enfoca sus esfuerzos en dos objetivos: el retorno a Ucrania de los niños llevados a Rusia y el intercambio de prisioneros

OPINIÓN

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José Luis Alvarado / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La diplomacia petrina ha sido tradicionalmente muy activa. A partir del siglo XV con los Enviados Papales y luego ya como figura jurídica, con los Tratados de Letrán, que establecieron el Estado de la Ciudad del Vaticano y reconocieron su independencia política, respecto del Reino de Italia, la Santa Sede ha establecido relaciones diplomáticas con numerosos países del mundo y ha participado en una amplia gama de iniciativas internacionales para abordar los problemas sociales y políticos más urgentes del mundo. 

La Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas con 182 países. Es Estado Observador en Naciones Unidas y participa activamente en muchas de sus agencias y programas, incluyendo la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF); en las Agencias de la ONU en Roma; en el Consejo de Europa, que es la organización europea más antigua dedicada a la promoción de los derechos humanos, la democracia y la paz. La Santa Sede es también Estado Observador en la Organización de Estados Americanos.

El de san Juan Pablo II, conocido como el Papa Viajero (visitó 129 países durante su pontificado), fue una prueba clara de la intención de la iglesia por acercarse a los pueblos y a sus autoridades, en aras de mantener un clima político y social que favorezca a los más desprotegidos, aunque con un enfoque más humanista que político. En su momento, fue crucial su apoyo a la caída del muro de Berlín.

Luego de un breve periodo de introspección, con el papa Benedicto XVI al frente de la Iglesia Católica, con la llegada del papa Francisco, la Santa Sede retoma el vuelo y se involucra de manera más directa en lo que sucede en el mundo. Este interés ha sido patente en el conflicto entre Ucrania y Rusia, aunque la Santa Sede no ha querido pronunciarse sobre si es una invasión o no; solo habla de “la guerra” entre los dos países. (El Vaticano raramente critica a un país o autoridad, para mantener los canales de la negociación y el diálogo abiertos).

El Pontífice ha enfocado las relaciones del Vaticano hacia el exterior en cinco ejes principales: promoción de la paz y  la resolución pacífica de conflictos (en su papel de mediador, destaca su intervención en la República Democrática del Congo y Sudán del Sur); activa defensa de los derechos humanos y lucha contra la pobreza; protección del medio ambiente y la naturaleza; promoción del diálogo interreligioso; y, la defensa de una economía más justa y equitativa.

En el caso de la guerra entre Ucrania y Rusia, la Santa Sede se ha pronunciado en todos los foros en favor de una salida negociada entre las partes. En su papel como mediador no oficial en el conflicto el Secretario de Estado del Vaticano (una suerte de primer ministro), el Cardenal Pietro Parolin, ha reiterado que la misión de paz para mediar entre Ucrania y Rusia seguirá adelante. El 17 de mayo pasado, ante el Consejo de Europa, concluyó su breve intervención en la Cumbre del Consejo, asegurando que la Santa Sede hará todo lo posible por la paz en Europa y en el mundo. Por su parte, el secretario para las relaciones con los Estados (el Canciller), monseñor Paul Richard Gallagher, ha señalado que la guerra sólo podrá terminar en la mesa de la negociación. “Es el momento de pasar a la acción y establecer una paz definitiva y justa en Ucrania, y en todas las demás zonas denominadas ‘grises’ de Europa”, afirmó.

No obstante, la Santa Sede reconoce la dificultad de que ambas partes acepten la medición. Ucrania; más bien, el propio Zelensky ha dicho que el conflicto no necesita mediadores. Por su parte, Putin, aunque ha afirmado que estaría de acuerdo en la mediación, al momento no ha mostrado claramente una voluntad política para hacerlo. Ucrania ha sido enfática al manifestar que la paz no se negocia (quizá motivada por el amplio apoyo que ha recibido de Occidente y los últimos “triunfos” al atacar objetivos rusos).

Ante este escenario, justo en esa visión humanista de encontrar una solución al conflicto, por el momento, la Santa Sede enfoca sus esfuerzos en dos objetivos: el retorno a Ucrania de los niños llevados a Rusia y el intercambio de prisioneros.

Como en cualquier gobierno, el ejercicio de la política exterior siempre tiene el sello personal de quien la dirige. En este conflicto, el papa Francisco no solo ha enfatizado la importancia de la acción humanitaria, sino que busca la negociación como la única vía para alcanzar la paz. Desafortunadamente, existe un pequeño inconveniente: se necesita la voluntad política de las partes en conflicto; exenta de acciones beligerantes, lo que no se vislumbra en el corto plazo.  A esto deberá sumarse que ambos bandos cuentan con “apoyos” importantes de otros actores internacionales que dificultan alcanzar los objetivos vaticanos, obstaculizando una salida negociada al conflicto.

Sería deseable seguir construyendo consensos en favor de la paz. Que la amplia tradición diplomática negociadora de la Santa Sede, la experiencia y la buena intención del papa Francisco, –quien ya se ha referido al conflicto como “una tercera guerra mundial en pedacitos–” no sea en vano y alcance los frutos deseados; aunque en ocasiones el conflicto parecería desbordarse y dar paso, justo a una nueva conflagración mundial. Que este escenario no se concrete.

POR JOSÉ LUIS ALVARADO 

Miembro del Servicio Exterior Mexicano (SEM), con rango de Embajador / Jefe de Cancillería en la Embajada de México ante la Santa Sede

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