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Molotov

Los mexicanos tenemos proclividad por los regímenes autocráticos. El apoyo a la democracia ha caído de 63% en 2002, a 43% en 2020

OPINIÓN

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Alejandro Echegaray / Campus / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El primer gobierno dividido en 1997 marcó el advenimiento del pluralismo. Era inédito que el partido del Presidente no tuviera la mayoría de curules en la Cámara baja. Como sucede actualmente, el electorado se dividía en mitades por el oficialismo priista y la oposición, que enfrentaba un problema de acción colectiva hasta que Fox emitió la amenaza creíble de que podía derrotar al PRI.

Los electores filo panistas y los que habían apoyado al Frente Cardenista en 1988, por ejemplo, se decantaron por Fox; y evidenciaron que votaban de manera estratégica en aras de que no ganara la opción menos deseada. El votante opositor mexicano no necesariamente votaba a lo largo de clivajes partidistas: privilegiaba la posibilidad de “sacar al PRI de Los Pinos”.

También reconocía el valor de la democracia, entendida como un sistema con reglas establecidas “a priori”, donde prevalece la certidumbre, los votos se cuentan y los resultados son aceptados por los jugadores. No hay juegos de una sola partida, es decir, hay iteraciones periódicas. Entre el electorado se veía con optimismo la apertura y la consolidación de instituciones democráticas.

Los comicios celebrados en el Estado de México y Coahuila evidencian que, en el último lustro,  el electorado nacional ha sufrido una realineación; lo que los anglosajones llaman un “electoral realignment”.

A diferencia de lo que sucedía en los 90, el más reciente levantamiento de latinobarómetro evidencia que los mexicanos tenemos una gran proclividad por los regímenes autocráticos y por los populismos autoritarios con liderazgos unipersonales. El apoyo a la democracia ha caído de 63% en 2002, a 43% en 2020. Solo 33% de la población está satisfecha con el pluralismo.

El 22% de los mexicanos cree que un régimen autoritario puede ser preferible a uno democrático y solamente un 55% se opone a un régimen militar bajo cualquier circunstancia. Sorprende que esta indiferencia al tipo de gobierno prevalece entre la población más joven y de clase media y alta.

De los que respondieron la encuesta, sólo 22% considera que la distribución de la riqueza es equitativa. Muy probablemente el desencanto con la democracia se deba a esta inequidad en la distribución del ingreso y en que los beneficios de tener un régimen democrático no se han reflejado en el bolsillo de los ciudadanos.

Los levantamientos en el Estado de México durante el proceso electoral muestran que alrededor de 25 por ciento de los votantes mexiquenses se identificaba con Morena; hace un ciclo electoral ese era el porcentaje de electores que se identificaba con el tricolor. Los abstencionistas son muy parecidos a los indecisos (alrededor de 27 por ciento) y son indiferentes entre las diferentes ofertas políticas.

Un alto porcentaje no sabía que era época de elecciones. A los jóvenes y a los que cuentan con mayores niveles educativos los ha seducido el proyecto con rasgos populistas, y los aliancistas de las zonas clasemedieras, aunque ven un riesgo, asisten a las urnas en un menor grado.

La oposición contiende frente a una profunda y al parecer inamovible —en el corto plazo— realineación electoral, aunada a una apatía por lo público y un desencanto con la democracia. 

POR ALEJANDRO ECHEGARAY

COLABORADOR

@aechegaray1 

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