TRES EN RAYA

Inundar a los pueblos

Hay paralelismos en la perversidad. En una maldad que luego puede tornarse mortal para poblaciones enteras

OPINIÓN

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Verónica Malo Guzmán / Tres en Raya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Esta semana el mundo fue testigo de la destrucción de la presa Nova Kakhovka en el sur de Ucrania. El colapso de esta constituye uno de los mayores desastres ecológicos, económicos, agrícolas e industriales sufridos en Europa en las últimas décadas.

Ahora hay la amenaza de que este desastre pueda incrementarse de manera exponencial si, producto del colapso, se origina algún problema de consideración en la planta de energía nuclear de Zaporiyia. Y es que el suministro del agua de refrigeración de la planta depende de la presa destruida. La refrigeración en la central nuclear más grande de Europa es crucial para su seguridad. Además, la planta está bajo control ruso, lo cual espanta a los ucranianos —aunque no sólo a ellos—, quienes aún viven los estragos del desastre nuclear de Chernóbil de 1986.

El reventar presas o quemar puentes no es estrategia nueva en la guerra, es tan ancestral como los enfrentamientos mismos. Así, en la ríspida historia entre Rusia y Ucrania ya los rusos habían atacado la mencionada presa en 1941, durante la 2a Guerra Mundial, mientras se replegaban en la región de Jersón para frenar a las tropas de Hitler. El costo por las inundaciones significó miles de muertos, incluidos muchos militares de ambos bandos. Fue considerado como el mayor acto de sabotaje de la historia, pero ayudó a disminuir la marcha nazi.

Así las cosas, obstaculizar el avance del enemigo es algo frecuente en la guerra, como lo es también el evitar hacerse responsable de los crímenes de guerra, de la destrucción y de las muertes entre la población. Pero la verdad termina por saberse.

En el caso de la presa Nova Kajovka los rusos culparon a los ucranianos de sabotear la presa que estaba en poder de los rusos. No hay aún certezas, pero con las fotografías aéreas, el análisis se inclina a pensar que la explosión tuvo que ser interna, con una o dos toneladas de dinamita militar bastan para volar el embalse. Esto es, no hay pruebas ni indicios de que fuera una explosión superficial o resultado de un bombardeo aéreo. Una falla estructural tampoco hubiera causado ese tipo de daños.

La catástrofe arrasó aldeas, inundó tierras de cultivo, privó a miles de personas de electricidad y agua limpia; se desconoce aún el número de muertos (humanos y animales), y lo que serán los daños a largo plazo, especialmente los ambientales.

Lo anterior me llevó a recordar que hace casi tres años (noviembre de 2020), al otro lado del mundo, en un país que no está en guerra, pero donde son asesinadas al año más personas que todos los muertos de estos pasados dos años en Ucrania, el dirigente de esta nación anunció que había optado por “inundar” zonas indígenas y pobres de un estado para evitar daños mayores en la capital de la entidad. Sí, para que no se inundara Villahermosa, optó porque la parte más pobre y desprotegida de Tabasco sufriera una tragedia.

Él dio la orden, pero nunca se responsabilizó del resultado. Aseguró que se vio obligado a optar “entre inconvenientes” y culpó a los gobiernos pasados “porque históricamente no ha habido un buen control de las presas” (si bien nunca hubo este tipo de tragedias). Para rematar dijo: “presentaré un decreto para que ya el manejo de las presas se subordine a la protección civil y que sean presas para proteger a la gente y que no haya inundaciones”.

Aún se desconocen los costos humanos, materiales y ambientales que tuvo esa decisión. Tampoco se tienen las cifras del apoyo que el gobierno entregó a los damnificados, si es que lo entregó…

Este paralelismo de inundar pueblos muestra las peores facetas de quienes se llaman líderes. Ambos deberían ser juzgados por crímenes de lesa humanidad. Para el caso de uno de ellos —Vladimir Putin— también por crímenes de guerra, pues son durante un enfrentamiento bélico que se han dado. El otro se llama Andrés Manuel López Obrador. Él dio la orden de dañar a la población de su propio país; destrozó vidas en un santiamén. Espero enfrente al menos el juicio de la historia.

POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM
@MALOGUZMANVERO

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