EN LOS MARES DE LA EDUCACIÓN

Acoso escolar

Las consecuencias de este fenómeno van desde afectaciones a la autoestima y el aumento de la depresión hasta la muerte

OPINIÓN

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Antonio Argüelles / En los Mares de la Educación / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En nuestra memoria, la escuela puede tomar muchas formas. Muchos la recuerdan con cariño, pero para no pocas personas fue un lugar inhóspito, hostil.

Antes de que la natación me sacara a flote, mi situación en la escuela no era ideal. Más allá de mis problemas académicos y de concentración, ser más rollizo que la mayoría de mis compañeros me convertía en un blanco fácil.

Cuando me molestaban por mi peso, seguido terminaba peleándome en el patio.

Más de medio siglo ha pasado y el acoso y la violencia en la escuela están lejos de desaparecer. Según reporta Alondra Ávila en Milenio, en 2021, la organización Bullying Sin Fronteras informó que, en México, siete de cada diez niños sufrían todos los días algún tipo de acoso escolar. A esto hay que agregar el fenómeno más reciente del ciberacoso. En el Módulo sobre Ciberacoso 2021, el Inegi encontró que, de la población de entre 12 y 19 años usuaria de internet, una de cada cuatro personas había vivido alguna situación de acoso cibernético.

Las consecuencias de este fenómeno van desde afectaciones a la autoestima y el aumento de la depresión hasta la muerte, como muestra el caso reciente de Norma Lizbeth, la joven de 14 años que murió tras ser golpeada por una compañera de clase. El acoso escolar también se considera un factor de riesgo para el suicidio infantil y adolescente.

Ante estas circunstancias, no sorprende que el Parlamento Infantil de las Niñas y los Niños de México, que se reunió la semana pasada en San Lázaro, incluyera entre sus demandas erradicar las agresiones físicas, psicológicas y sexuales en la escuela. También exigieron que hubiera psicólogos en cada escuela que, además de ofrecer sesiones, den cursos de concientización a padres de familia y maestros. Otra sugerencia fue crear una señal de auxilio para avisar a las autoridades o a otras personas cuando estén en peligro o sean víctimas de una agresión.

A este tipo de políticas se pueden sumar otras complementarias, puesto que la prevención del acoso escolar, como la de otros problemas sociales complejos, requiere intervenciones multifacéticas. Una pieza clave en el rompecabezas son los programas de habilidades socioemocionales con componentes para estudiantes, maestros y padres de familia.

En cuanto a los primeros, es necesario que aprendan a identificar y regular sus emociones, a relacionarse y ser empáticos con los demás y a identificar las diversas formas de intimidación.

Los segundos deben conocer cómo funciona el procesamiento socioemocional para transmitirlo a sus estudiantes y adquirir herramientas para intervenir en situaciones de acoso.

Los terceros, por último, deben desarrollar competencias parentales para que sus hijos crezcan seguros y protegidos.

El Parlamento Infantil ya emitió su llamado. Ahora toca a las autoridades atender sus exigencias y poner un alto a este problema que sigue fuera de control.

POR ANTONIO ARGÜELLES
COLABORADOR
@MEXICANO_ACTIVO

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