COLUMNA INVITADA

¿Todos son iguales?

La 4T tiene una tarea titánica, gobernar al país y hacerlo con transparencia, lo que incluye la aclaración de todas las acusaciones por actos de corrupción

OPINIÓN

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Héctor Serrano / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La izquierda mexicana trató durante muchas décadas de convertirse en una opción electoralmente exitosa, y aunque a veces lo logró, su consolidación fue en 2018, cuando el Presidente y su partido, no sólo ganaron la elección, sino que arrollaron a los demás partidos. En 2 años pasaron de no existir, a convertirse en el partido más poderoso del país.

Algunos han tratado de poner en duda el sentido de izquierda de Morena, sobre todo cuando hablan de su falta de compromiso para implementar políticas progresistas en el país, pero lo cierto es que en ese partido-movimiento es donde hoy en día convergen la gran mayoría de los políticos con un pasado de izquierda. Ellos representan ahora a la izquierda mexicana que luchó durante muchos años para tener la oportunidad de gobernar al país.

El Presidente y su partido ganaron en 2018 por varias razones, pero principalmente porque los electores estaban hartos de la corrupción de los partidos tradicionales y morena ofrecía la esperanza de que las cosas podían ser distintas, encarnaba la posibilidad de tener un gobierno que no fuera corrupto, ni que solapara actos similares de sus integrantes. Esa fue la base de su éxito, hacer soñar a millones de mexicanos con una nación diferente.

Los discursos del entonces candidato presidencial calaron hondo cuando prometió un país mejor, lograron encender la llama de la esperanza en millones de electores que asumían a la corrupción, sobre todo del PRI y del PAN, que en ese momento ya habían encabezado gobiernos federales. Los escándalos de los últimos sexenios crearon el escenario ideal para el triunfo de la izquierda.

Ya como gobierno, la línea discursiva de que el Presidente y su partido eran diferentes a todos los demás y de que no permitirían un solo acto de corrupción, fueron la prioridad en su estrategia de comunicación, que incluye la denostación de los adversarios para lograr su posicionamiento. Esa idea ha quedado fija, para quienes no existe la posibilidad de que la 4T pueda cometer errores.

Aún así, el concepto de que el Presidente y su entorno están exentos de ser alcanzados por escándalos de corrupción se ha visto mermado en amplios sectores de la sociedad, incluso piensan que las cosas están peor ahora. Las débiles explicaciones ante los reportajes que han exhibido a funcionarios y personajes de la 4T inmiscuidos en actos dudosos, refuerzan la sospecha de que la corrupción ha permeado al gobierno de la esperanza.

Si es así, ¿qué nos espera a los mexicanos?, ¿acostumbrarnos a la idea de que la corrupción es parte de nuestro sistema político? De ahí la importancia de que cualquier duda sea aclarada de forma contundente, es imperante, para continuar con la esperanza, que las acusaciones sean esclarecidas en tiempo y forma. Nadie duda que los ataques son orquestados por los adversarios del gobierno, pero eso por sí solo no los convierte en falsos.

La corrupción que se prometió desterrar no sólo incluye la jurídica, sino también la aparente. En el anterior sexenio, por ejemplo, nunca se acreditó un conflicto de intereses con el tema de la Casa Blanca, pero la duda fundada de la sospecha fue permanente. La 4T tiene una tarea titánica, gobernar al país y hacerlo con transparencia, lo que incluye la aclaración de todas las acusaciones por actos de corrupción. Nadie que ama a su país, puede desear que la gente pierda la esperanza y termine por decir que todos son iguales.

POR HÉCTOR SERRANO AZAMAR
COLABORADOR
@HSERRANOAZAMAR

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