CONSUMMATUM EST

La ética distorsionada de la transparencia

Tengo la convicción de que la ética no sólo es un aspecto importante en la vida personal

OPINIÓN

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Lorena Piñón Rivera / Consummatum est / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Tengo la convicción de que la ética no sólo es un aspecto importante en la vida personal, sino que también es fundamental en el ámbito de los asuntos públicos. En este sentido, la transparencia en el manejo de los recursos del erario y el ejercicio honesto del poder, se presentan como dos cuestiones fundamentales que deben ser instrumentadas al estilo de un imperativo categórico, al más puro estilo de Kant.

Desde esa perspectiva, es importante destacar que para Kant, la ética es una cuestión de deber que es ineludible para todo ser que se precie de ser racional. Es decir, cada individuo tiene la responsabilidad de actuar de manera correcta y justa, sin importar las consecuencias que esto pueda tener. En el ámbito público, esto se traduce en la obligación incondicional de las autoridades de rendir cuentas y de actuar con transparencia en el manejo de los recursos públicos.

Kant defendía la importancia de la universalidad de los principios éticos. Esto significa que las normas y valores morales deben ser aplicables a todos los seres pensantes, sin posibilidad de excepción en cualquier lugar y circunstancia. En el ámbito público, esto se traduce en la obligación de las autoridades de tratar a todos los ciudadanos de manera justa e imparcial, sin privilegiar a unos en detrimento de otros.

La transparencia en el manejo de los recursos públicos se presenta como un elemento fundamental para garantizar la imparcialidad en el ámbito gubernamental. La información pública debe estar disponible para todos los ciudadanos, de manera que puedan conocer cómo se están utilizando los recursos del Estado y puedan participar activamente en la toma de decisiones.

La honestidad no debe ejercerse sólo por la clase gobernante, sino que es una virtud fundamental, que es exigible para todas las personas, y claro que especialmente por aquellos que tienen responsabilidades públicas. Esto implica, entre otras cosas, la prohibición de actuar en beneficio propio o de terceros, y la obligación de tomar decisiones basadas en el interés público y en el respeto absoluto a las leyes.

Resulta aberrante y bizarro ese “mundo ideal” de anular al INAI. Este deseo presidencial fue expresado con contundencia, en el momento de vetar el nombramiento de dos de los integrantes de su junta de gobierno, situación que ha desencadenado la inoperancia de este órgano autónomo, por carecer del quórum legal para sesionar.

Lo censurable es el golpe asestado en el Senado, en donde el bloque oficialista se negó a ungir al integrante que pusiera en movimiento de nueva cuenta al INAI. El aparato de propaganda gubernamental ha convalidado la versión del presidente, acerca de que el INAI es inútil. Lo cierto es que los escándalos de corrupción del gobierno “inmaculado” de la 4T, han sido en buena medida procesados al amparo del INAI. No renunciemos a nuestro derecho a la información.

POR LORENA PIÑÓN

Diputada Federal

@lorenapignon

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