LA ESCENA EXPANDIDA

La paradoja de la fotografía de la danza

Miembros de dos generaciones históricamente separadas, los fotógrafos Jorge Izquierdo y Emilio Sabín expresan una búsqueda que parece subvertir al mismísimo mundo de la danza

OPINIÓN

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Juan Hernández / La escena expandida / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El Centro Cultural Ollin Yoliztli festejó el viernes reciente el Día Internacional de la Danza, con actividades en relación con la cultura dancística, así como con funciones en los diferentes espacios del complejo. Resalto de entre las actividades una exposición fotográfica, conformada por obra de dos creadores de la lente que han dedicado toda su atención y creatividad a retratar la danza; ellos son el veterano Jorge Izquierdo y el joven Emilio Sabín.

Miembros de dos generaciones históricamente separadas, las imágenes de un lado de Jorge Izquierdo expresan una búsqueda que parece subvertir al mismísimo mundo de la danza. Izquierdo nunca fue un documentalista en sentido estricto, fue un lector de la danza que ofrecía una versión suya de lo que había acontecido en el escenario. Un acierto, sin duda, en la forma de producir y pensar el arte de la fotografía dancística.

Foto: Cortesía Emilio Sabín

Izquierdo sorprendió con nueve fotografías de su amplio archivo, que intervino con técnicas diversas, de tal forma que el resultado subvierte la concepción misma de lo que podría entenderse como foto de danza. Y es que Jorge es fotógrafo, pero en concordancia con su ideología de izquierda y su posicionamiento frente al hecho creativo, el artista se convirtió en un tránsfuga de las valoraciones académicas rígidas que determinan cómo debe ser producida una obra artística.

Disidente de su propio trabajo, Jorge Izquierdo nos hace ver nuevas realidades. Las imágenes no son las de una bailarina o bailarín en primer plano, con una iluminación escénica. En la intervención que hace de las fotografías, el artista apenas deja que la danza se adivine entre una serie de recursos plásticos que lo colocan mucho más cerca de la creación personal de un artista plástico.

Foto: Cortesía Emilio Sabín

No quiere decir esto que Jorge haya traicionado a la danza, sobre todo a la que en 41 años ha realizado la compañía Barro Rojo Arte Escénico, con la que ha estado ligado desde la fundación del grupo dancística. Lo que sucede con Jorge es la evolución natural de un creador que toma en sus manos, sin temor, las técnicas que pone al servicio de un discurso artístico, en este caso plástico.

Izquierdo trascendió ya su etapa de fotógrafo de memoria, para convertirse en un lector de su tiempo, que irrumpe de manera fuerte en el todo social con su obra, por cierto, hasta el momento negada por el Centro de la Imagen, debido a la obra rebelde y podría decirse que hasta revolucionaria del creador que nos ocupa.

Foto: Cortesía Emilio Sabín

Allá del otro lado, están las fotografías de Emilio Sabín, que abrevó de la imagen de la danza desde temprana edad, desarrollando una importante cultura de la imagen dancística y de su naturaleza. Pero entendamos que entre Jorge Izquierdo y Emilio Sabín hay varias décadas de diferencia. Esto es determinante a la hora de analizar a los artistas y referirnos a sus obras.

Sabín presenta 13 fotografías en las que expresa una profunda sensibilidad visual y una comprensión del movimiento y la temporalidad de la danza. Sus búsquedas formales se centran todavía en no traicionar a la obra dancística, de tal forma que batalla con la luz para que sus fotografías sean lo más fieles posibles a la atmósfera, los colores y las formas de las puestas en escena.

Foto: Cortesía Emilio Sabín

Lo importante en este momento es que Emilio Sabín está ya encaminado en una de las profesiones menos reconocidas, pero de suma complejidad filosófica. Pensemos en la paradoja de la flecha, que en el siglo IV antes de nuestra era, el filósofo Zenón de Elea, alumno de Parménides, dio a conocer y dejó una honda huella en la duda sobre aquella que la humanidad da por sentado.

De acuerdo con Zenón de Elea, el movimiento no era posible en la realidad. Una flecha es lanzada de manera curva y llega a su destino, pero si el trayecto es atrapado en instantes, cada instante es estático y, por lo tanto, el movimiento no sería posible. Tiempo después Platón diría, a razón de aquella paradoja, que el movimiento era, en efecto sólo posible, como mera ilusión.

Cuando vemos las fotografías tanto de Jorge Izquierdo como de Emilio Sabín, no estamos ante la presencia de la danza en la escena, sino en la captura de instantes inmóviles y eternos, que representan una paradoja y, al mismo tiempo, el misterio. La fotografía de danza, como la danza misma, requiere para su comprensión de la capacidad de abstracción del pensamiento, del manejo de conocimiento filosófico y, desde luego, de las ideas cercanas a lo religioso. Mucho más complejo en la medida en que se aleja de lo literal y cotidiano. 

 

POR JUAN HERNÁNDEZ
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