COLUMNA INVITADA

Alpha (Johnston) Behn (1640-1689)

La primera escritora profesional del Reino Unido, reconocida como precursora inigualable del feminismo

OPINIÓN

·
Luis Ignacio Sáinz / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

La primera escritora profesional del Reino Unido, reconocida como precursora inigualable del feminismo por Virginia Woolf en “A room of my own” (1929), donde señala: “Mrs. Behn era una mujer de la clase media con todas las virtudes plebeyas de humor, vitalidad y coraje, una mujer obligada por la muerte de su marido y algunos infortunios personales a ganarse la vida con su ingenio. Tuvo que trabajar con los hombres en pie de igualdad. Logró, trabajando mucho, ganar bastante para vivir. (...) de entonces data la libertad de la mente, o mejor dicho, la posibilidad de que, con el tiempo, la mente llegue a ser libre de escribir lo que quiera”. (...) Aphra Behn probó que era posible ganar dinero escribiendo, mediante el sacrificio quizá de algunas cualidades agradables; y así, poco a poco, el escribir dejó de ser señal de locura y perturbación mental y adquirió importancia práctica”.  

Ningún género literario le fue ajeno; si bien sobresalió en el teatro y la novela, promoviendo siempre el reconocimiento de la mujer, en favor de su calidad de súbdita y ahora diríamos ciudadana y propietaria, contra los matrimonios impuestos, denunciando la tutoría del marido sobre la esposa incluso en el manejo y usufructo del patrimonio femenino, oponiéndose al esclavismo vigente y a la política imperial-colonialista británica.  

Su incursión teatral comenzó en 1870 en Londres con “El matrimonio forzado”, escribiendo más de 20 obras, salvo una el resto comedias, género que suavizaba sus críticas al dominio machista, las diferencias sociales, la explotación económica y la opresión política, todas ellas con un éxito rotundo de público y regalías.  

La novela, como territorio creativo, le permitió abordar tópicos especialmente sensibles como el despojo del dominio político del reino africano al príncipe Oroonoko, después trasladado en calidad de esclavo a Paramaribo, la capital de Surinam, entonces bajo bandera holandesa (1688; existe versión castellana en Siruela, 2008). Antecede e influencia el realismo de Daniel Defoe en su “Robinson Crusoe”. El descargo de la trama en la monarquía de los Países Bajos le permitía tratar tan espinoso asunto, el comercio de personas, sin culpar directamente a los linajes católicos y protestantes de la pérfida Albión, despiadados traficantes de seres encadenados. La precisión descriptiva que realiza la escritora se debe a sus cualidades literarias, pero en particular a que residió de pequeña en ese “protectorado” cuando todavía formaba parte de Inglaterra. 

Un lustro antes (1683) esta adelantada a su época debutaba en la ficción con “Love Letters Between a Nobleman and His Sister”, trama de carácter epistolar desarrollada en tres volúmenes, primera en lengua inglesa. Su cinismo e impudicia en materia erótica y su glorificación de los apetitos la convirtieron en campeona de las mayorías populares. Por si esto no bastase, tras un revés que le hizo perder su fortuna, se vio impelida a emprender tareas de espionaje para el monarca Carlos II, una de sus tantas conquistas amorosas, con el pseudónimo de Astrea en Amberes en el marco de la guerra con Holanda (1865-1867), resultando maltratada por su propio empleador y sus honorarios jamás cubiertos.  

La Woolf cierra su homenaje con energía: “Todas las mujeres juntas deberían echar flores sobre la tumba de Aphra Behn, que se encuentra, escandalosa pero justamente, en Westminster Abbey, porque fue ella quien conquistó para ellas el derecho de decir lo que les parezca. Es gracias a ella —pese a su fama algo dudosa y su inclinación al amor— que no resulta del todo absurdo que yo os diga esta tarde: ‘Ganad quinientas libras al año con vuestra inteligencia”. Las batallas de las mujeres continúan, todavía falta tanto por hacer... 

Luis Ignacio Sáinz

Colaborador

sainzchavezl@gmail.com

MAAZ