LA ENCERRONA

La prisa del presidente

Morena en el Congreso se ha centrado en cumplir los designio del mandatario

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Lo vivido en los últimos días del periodo de sesiones ordinarias en el Congreso ha sido desastroso, desaseado e inconstitucional. Un “jueves negro”, una jornada que pasará a la historia por sus desatinos de fondo y su opacidad y desaliño de forma, por decir lo menos.

Cuando López Obrador decía “al diablo con sus instituciones”, la sociedad mexicana creyó que era solo un comentario desafortunado y enmarcado en el calor del enojo, sin embargo, la manera en que se conduce Morena pareciera que en realidad encaminan a mandar al averno el entramado institucional mexicano.

Es evidente que el presidente tiene prisa y las y los legisladores morenistas tienen muchas ganas de cumplir, pero no con los procesos legislativos, sino con los designios hechos en Palacio Nacional. En este sentido fueron aprobadas iniciativas, minutas y dictámenes marcados en la carpeta como “asuntos prioritarios de Morena del cierre del periodo legislativo”, así, al vapor, sobre las rodillas, en una sede alterna en la casona de Xicoténcatl, sin la oposición presente, sin leer qué se estaba votando, atropellados y con premura.

Dentro de estas dos decenas de peticiones presidenciales se encuentran algunas que no le hacen bien al país, que debilitan el marco institucional y que colocan a nuestro país dentro de un nudo gordiano, tales como destinar a las Fuerzas Armadas los ingresos obtenidos de las actividades turísticas; entregar la administración del Tren Maya al Ejército por tiempo indefinido; centralizar las compras gubernamentales (exceptuando las realizada por el Ejército y la Marina) en la Secretaría de la Función Pública; reforma a la Ley Minera, sustituir el CONACyT por el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología (con su correspondiente recorte financiero); extinguir la Financiera Nacional de Desarrollo, Agropecuario, Rural, Forestal y Pesquero; enterrar al INSABI, una institución nonata; entre otras.

Ante esta velocidad de las y los legisladores surgen más dudas que certezas. Morena sabe que no tienen la mayoría calificada para realizar cambios a la Constitución, sin embargo sí cuenta con la mayoría simple para aprobar lo que quiera en ambas Cámaras, sin tanto desaseo, sin tanto atropello y, sobre todo, sin el riesgo de que todo este paquete aprobado vaya a parar a la Corte y lo echen para atrás (como ya ha pasado con las leyes de energía y electorales). ¿Por qué hacerlo así? La prisa, sí, pero además porque ya no existe un legislador que tenga el control de la bancada tanto en el Senado como en San Lázaro, ya no se cuenta con la figura que aglutine voluntades y liderazgos dentro de Morena, por lo que el mismo presidente tuvo que llamarles a Palacio, pues hoy cada legislador responde a la “corcholata” de su elección.

Así, los mismos tiempos de campaña que marcó López Obrador, hoy son un inconveniente, ya que tanto en el Congreso como en el gabinete y en las entidades federativas muestran una ruptura entre grupos internos y, cada día que pase y se acerque la fecha definitoria, será peor. Ahora bien, la oposición deberá aprovechar estos momentos de total falta de control en Morena hacia dentro de las Cámaras para comenzar a “pintar” o se les volverá a escapar una coyuntura más, misma que no la verán hasta pasadas las presidenciales del 2024.