COLUMNA INVITADA

Nicaragua: la necesidad de un nuevo camino

La libertad religiosa se encuentra en riesgo en Nicaragua. Urge una nueva creatividad para encontrar caminos por los que transitar

OPINIÓN

·
Rodrigo Guerra López / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Los principales medios de comunicación de todo el mundo, —incluido Vatican News, medio oficial de la Santa Sede— reportan que el gobierno de Daniel Ortega, y de su esposa, Rosario Murillo, han decidido, en los últimos días, congelar las cuentas bancarias de diversas diócesis y parroquias en Nicaragua. El contexto local es sumamente tenso: detención y expulsión de sacerdotes; cierre de la nunciatura apostólica; acusaciones de menoscabar la soberanía nacional y similares; un obispo condenado a 26 años de prisión;  varias universidades católicas suprimidas y expropiadas en sus bienes; cancelación de estaciones de radio, organizaciones de la sociedad civil y cáritas diocesanas; profanación de templos y sagrarios; prohibición de manifestaciones de piedad popular; organismos no-gubernamentales cancelados;  y un largo etcétera.

En el artículo 19 de la constitución nicaragüense se afirma: “Toda persona tiene derecho a la libertad de conciencia, de pensamiento y de profesar o no una religión. Nadie puede ser objeto de medidas coercitivas que puedan menoscabar estos derechos”. Sin embargo, diversos organismos de derechos humanos a nivel internacional miran con preocupación el aumento de hostilidades, de represión y el constante hostigamiento contra los miembros de la Iglesia católica en el país. Las historias de persecución religiosa no han sido ajenas a la Historia de la Iglesia. Desde los primeros siglos, cuando el cristianismo apenas y comenzaba a existir, la represión fue brutal.  Sin embargo, contra todo análisis estratégico, el testimonio heroico y martirial del pueblo no mermó la fe, sino que la fortaleció. Más allá de los cálculos humanos, cada vez que el pueblo cristiano es aplastado y sacrificado, en los rincones más secretos del alma de las personas se siembran semillas que siempre dan fruto y abren nuevos horizontes. Semillas de dignidad y libertad. Semillas de nuevos cristianos.

Me gusta recordar una homilía de san Oscar Romero en la fiesta de Pentecostés del año 1978. Aquel día, en la catedral de San Salvador, frente a numerosos jóvenes que iban a recibir el sacramento de la “confirmación”, decía: “¿Quién le pudo dar fortaleza a los jóvenes, a las virgencitas de aquel tiempo, para morir entre las fieras o bajo la cuchilla de los verdugos, sino la fuerza del Espíritu Santo (…) Así como el desierto, tierra sin agua, no solamente es aridez de la naturaleza, así también en los corazones se muere la vida cuando hay cobardía, cuando no hay valentía de defender esta fe de martirio que Cristo va a entregarles en esta noche”.

Romero no buscaba que los jóvenes realizaran imprudencias en un escenario altamente volátil. A donde apuntaba su mirada era a confiar que el Espíritu que baja en Pentecostés pueda suscitar una nueva presencia creativa y propositiva, un nuevo “testimonio laical”, que afirme sin temor la novedad cristiana, siempre humanizadora y liberadora de todos por igual. Con todas las diferencias del caso, esto es lo que se requiere en Nicaragua. Una nueva creatividad ante un contexto que parece cerrado. Una nueva creatividad que hay que pedir al cielo, con los pies en el suelo y las manos en el arado.

POR RODRIGO GUERRA LÓPEZ
SECRETARIO DE LA PONTIFICIA COMISIÓN PARA AMÉRICA LATINA
E-MAIL: RODRIGOGUERRA@MAC.COM

PAL