COLUMNA INVITADA

Dante Alighieri y la “Divina Comedia”

Hacia fines de mayo de 1265 nació Dante Alighieri sin que sepamos con exactitud la fecha exacta

OPINIÓN

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Luis Ignacio Sáinz / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Hacia fines de mayo de 1265 nació Dante Alighieri sin que sepamos con exactitud la fecha exacta, a diferencia de la certidumbre sobre su defunción el 14 de septiembre de 1321. Poeta máximo, autor de la zaga infinita de juicios a personajes de la historia reunidos en la “Divina comedia”, obra de dilatada factura. Así, los pasajes terrestres del Infierno, que pudo ser compuesto entre 1304 y 1308, y el Purgatorio de 1307 a 1314, con Virgilio como lazarillo, y, por último, el etéreo Paraíso de 1313 a 1321, con Beatriz Portinari de cicerone en el itinerario por los nueve cielos, asistida por Bernardo de Claraval en el exhorto final a María; están integrados por treinta y tres cantos más una introducción para lograr el centenar.

Considerado progenitor del italiano moderno denominado en su tiempo vulgar (“De vulgari eloquentia”), también se interesó en los temas del poder, de allí su tratado “De monarchia” (ca. 1311, aunque publicado póstumamente hasta 1559 en Basilea), donde defiende la pertinencia de mantener separados a la Iglesia y el Estado, y de garantizar la justicia del dominio a través de una monarquía secular representada por un imperio universal, a efecto de que en la unidad se desvaneciesen las discordias.

Suele ocurrir que la elocuencia de la poesía no sea suficiente para ser comprendida. Lo que debemos considerar una situación afortunada, pues gracias a ello se ha solido recurrir a artistas para que ilustren y/o representen las escenas de obras tan deliciosas y complejas como la “Divina Comedia”. Por encargo de Lorenzo di Pierfrancesco de Medici, su protector y mecenas, Sandro Botticelli (1445-1510) la ilustrará desde 1480 hasta casi el final de su existencia. Las láminas del manuscrito son de 47 x 32 cm, y acompañaban cada canto formando un codex de estructura vertical de gran formato, del doble de tamaño que la página ilustrada. Se presume que en origen eran 102 láminas de pergamino en su mayoría monocromas, con dibujos marcados en línea con punta de plata rellenados con tinta.

Desaparecen en el laberinto de la historia hasta que a finales del siglo XIX, el Kuperferstichkabinett (Gabinete de Estampas y Grabados) de Berlín compró ochenta y cinco de ellas provenientes de la riquísima colección escocesa del Duque de Hamilton, dada la perspicacia de su entonces director Friedrich Lippmann, quien las imprimió en placas de colotipia (“Procedimiento para imprimir dibujos en que se utiliza un clisé, apto sin sufrir desgaste para grandes tiradas, de gelatina cromada, que tiene la propiedad de admitir las tintas grasas y admitir el agua”, diccionario de la Real Academia de la Lengua Española) para divulgarlas a la “ciudad y el mundo”.

Tiempo más tarde otros artistas emularán al florentino, entre ellos William Blake (1757-1827) y Gustave Doré (1832-1883), quienes con notable maestría nos convidan sus versiones integrales del viaje iniciático por la geografía de la muerte y la resurrección: “la Divina Comedia”.

Y en un aniversario más del natalicio de Dante Alighieri recordamos la despedida en el Canto XXXIII del Paraíso:

Se non che la mia mente fu percossa

da un fulgore in che sua voglia venne:

a l’alta fantasia qui mancò possa;

ma giá volgeva il mio disio e ’l velle,

sí come rota ch’igualmente è mossa,

l’amor che move il sole e l’altre stelle.

Excepto que mi mente estaba herida

de un esplendor en que vino su deseo:

la alta fantasía aquí carecía de poder;

pero mis ganas y deseos ya estaban girando,

como una rueda que se mueve igualmente,

el amor que mueve el sol y las demás estrellas.

 

Luis Ignacio Sáinz

Colaborador

sainzchavezl@gmail.com

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