EN LOS MARES DE LA EDUCACIÓN

Grupos reducidos

Dadas las limitaciones económicas, no sólo hay que determinar si la reducción del tamaño de los grupos tiene un efecto positivo, pues depende del contexto

OPINIÓN

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Antonio Argüelles / En los Mares de la Educación / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En México nos gusta echar relajo en el aula.

Según la Encuesta Internacional sobre Enseñanza y Aprendizaje 2018 (TALIS, por sus siglas en inglés) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), 82  por ciento de los docentes que trabajan en nuestro país indican que frecuentemente calman a los estudiantes que interrumpen las lecciones.

Esto, desde luego, reduce el tiempo efectivo de aprendizaje: aproximadamente nueve minutos de una lección de una hora se dedican a mantener el orden.

La situación suele exacerbarse cuando hay demasiados estudiantes en el salón y, aquí, México también destaca:
Nuestra nación es uno de los países de la OCDE con mayor densidad de estudiantes por aula (en promedio, 18.2 en preescolar, 23.5 en primaria, 25.7 en secundaria y 29.3 en Educación Media Superior, según las estadísticas continuas del Sistema Educativo Nacional 2021-2022).

Por sus experiencias, muchos docentes consideran que una de las principales necesidades del sistema educativo es la reducción del tamaño de los grupos.

En España, reporta El País, la pandemia produjo un experimento inesperado en este sentido: el número de alumnos por aula se redujo a hasta 15 en primaria.

De acuerdo con el presidente de la Federación de Directores de Colegios Públicos, esta medida implementada “tuvo una repercusión pedagógica muy importante y, allí donde se aplicó bien, creo que contribuyó a que la pérdida de aprendizaje no fuera tan grande”, ya que permitió ofrecer de esta manera una enseñanza más personalizada.

Sin embargo, como muestra un análisis de la Institución Brookings, la investigación sobre los efectos del tamaño reducido de la clase en el desempeño de los estudiantes participantes no es concluyente.

Si bien hay evidencia de que las clases significativamente más pequeñas pueden beneficiar a los estudiantes, sobre todo a aquellos de entornos desfavorecidos, e incrementar la satisfacción entre los maestros, no queda claro que esta medida sea la más adecuada como política pública.

La clave está en los recursos disponibles.

Por ejemplo, en la educación media superior en México, 9 de cada 10 pesos del presupuesto se destinan a financiar los servicios personales, lo cual ya representa un costo muy elevado por alumno.

El abandono escolar en este nivel (9.2 por ciento, según las principales cifras del Sistema Educativo Nacional 2021-2022) aumenta dicho costo, puesto que la asignación de recursos depende del número de grupos autorizados al inicio de cada ciclo escolar, no del número de estudiantes.

Dadas las limitaciones económicas, no sólo hay que determinar si la reducción del tamaño de los grupos tiene un efecto positivo en contextos determinados, sino también si dicha política representa el mejor uso de los recursos para enfrentar los desafíos educativos actuales.

POR ANTONIO ARGÜELLES
COLABORADOR
@MEXICANO_ACTIVO

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