CUERPO Y ALMA

La queso

Hay difamación, fotomontajes, difusión de imágenes íntimas, mensajes agresivos en el buzón privado y hasta amenazas de abuso o muerte desde cuentas que no temen mostrar el rostro y nombre del agresor virtual

OPINIÓN

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María Elena Esparza Guevara / Cuerpo y Alma / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Cinco amigas víctimas en una semana. Casi cada día supe de una mujer cercana agredida en redes sociales por su postura respecto a algún tema, por las fotos que ha compartido o simplemente por alguna catarsis de odio de otra persona conocida o desconocida. Da igual: la violencia de género digital corre sin límites y ante la inacción de los dueños de esos espacios. 

¿Cuántas veces hay que reportar una cuenta que incita al odio misógino en Twitter para que la empresa lo baje? Todavía no lo sabemos, porque no ha sucedido, a pesar de que algunos han sido insistentemente reportados por colectivas —con evidencia— y ahí siguen, en la impunidad.

Hay difamación, fotomontajes, difusión de imágenes íntimas, mensajes agresivos en el buzón privado y hasta amenazas de abuso o muerte desde cuentas que no temen mostrar el rostro y nombre del agresor virtual. Quizá porque saben que pueden seguir: operan con el miedo o la vergüenza de la víctima. De ahí la importancia de visibilizar nuestros derechos ante este tipo de violencia.

En su artículo 7, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia define a la digital como cualquier acto que por algún medio tecnológico atente contra la integridad, dignidad, intimidad, libertad, la vida privada de las mujeres o cause daño psicológico, económico o sexual tanto en el ámbito privado como en el público, además de daño moral, tanto a ellas como a sus familias.

Y aunque a veces parece que lo más práctico es bloquear a quien daña nuestra reputación o nos agrede virtualmente, lo cierto es que eso no combate los efectos emocionales del episodio. Ante esto, es indispensable recordar que sí podemos denunciarles —también hay mujeres agresoras— y recurrir a la justicia. Las penas por estos delitos van de tres a seis años de prisión y en la Ciudad de México se puede hacer denuncia digital o recurrir a la Secretaría de las Mujeres para solicitar medidas de protección que les impidan acercarse a nosotras en redes y en la vida material.

De acuerdo con datos del Consejo Ciudadano de la CDMX, 70% de las víctimas de ciberacoso y 80% de sextorsión son mujeres: es clara la vulnerabilidad de género. Dar el paso hacia la denuncia empodera. Lo recomendé a mis cinco amigas y en todos los casos el Consejo las acompañó frente al MP y la Policía Cibernética pudo dar de baja algunos perfiles de agresores.

Sin miedo, defendamos nuestro derecho a vivir seguras también virtualmente. Nadie tiene que ser la queso… la que soporte violencia digital.

POR MARÍA ELENA ESPARZA GUEVARA 
FUNDADORA DE OLA VIOLETA AC
@MAELENAESPARZA

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