HIEL Y MIEL

¿Y si lo consultamos todo?

La primera de ellas y la más necesaria sería para preguntar a nosotros, humanos razonables, ¿cómo verían dejar de pagar impuestos?

OPINIÓN

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Tere Vale / Hiel y Miel / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

No tengo datos duros al respecto, pero mi agudo sentido común me dice que es cierto (y conveniente) creer que el pueblo es bueno y sabio. ¡Faltaba más! ¿Quién en su sano juicio, en estos tiempos de paz y unión, podría decir lo contrario? Desde luego, yo no. Es tal mi fe en la sabiduría y generosidad de los seres humanos que a pie juntillas me adhiero a esta aseveración. Tal convicción me lleva a pensar que el mundo de las consultas a mano alzada, donde todo esté sujeto a la decisión que tome una mayoría linda y solidaria puede sustituir a cualquier ley, o conjunto de ellas y desde luego puede suplir satisfactoriamente casi cualquier aparato de gobierno. En esas estamos.

A partir de esta premisa se me ocurren varias ideas. La primera de ellas y la más necesaria, entre todas las consultas que pienso son imprescindibles, sería para preguntar a nosotros, humanos razonables, ¿cómo verían dejar de pagar impuestos? Este ejercicio sería realmente audaz y muy importante. Me explico, me he pasado la vida escuchando que para la pésima calidad de los servicios públicos que se nos ofrecen, los impuestos resultan excesivos. Es más, muchos opinan que lo pagado solo se derrocha, se roba o se destina a la creación de obras faraónicas e inútiles que no benefician en nada a ese pueblo bueno y sabio que no se merece esto. Por otra parte, habría que hacer saber a las multitudes empáticas que el ahorro por dejar de pagar impuestos y que el gobierno los cobre, sería enorme. Nada de una institución como el SAT (con hartos empleados que cobran un montón) nada de contadores, actuarios o inspectores o cualquier especie de recaudador. Seguramente se podrían ahorrar así millones y millones de pesos al desaparecer a todos estos burócratas innecesarios. Ni tanta computadora, ni declaraciones fiscales, ni firmas electrónicas, ni CURPS, en fin, un ahorro considerable. El rotundo si que resultaría de esta consulta pronto nos mostraría que va en serio esto de la admirada pobreza franciscana.

La segunda consulta, tan importante como la anterior, sería auscultar si se puede linchar, detener, matar o de menos torturar a los que los buenos y sabios consideren que son delincuentes o traidores a la patria. Seguro esto cumpliría el sueño largamente acariciado por muchos. Nada de presunción de inocencia, nada de debidos procesos o expedientes bien integrados. Adiós a jueces, magistrados y ministros, desaparecería la monserga de los ministerios públicos, de las fiscalías, de los defensores de oficio. Y, sobre todo, se dejarían de pagar sueldos superiores a los del presidente, gozaríamos de una verdadera austeridad.

En el día a día cada poblado haría una consulta rápida para decidir la suerte del supuesto delincuente y ya está. Ni tribunales, ni juicios, un gran ahorro para toda la nación, muchos millones más para repartir de mano en mano. ¡Fantástico!

Estoy segura de que al llevar a cabo estas y otras consultas similares y al obtener las atinadas respuestas afirmativas de mis apreciables congéneres, el despilfarro terminaría de una vez por todas.  En esta distopía, sin ley, orden y controles, se acabaría con el odioso aspiracionismo. Todos a comer 1,200 calorías y no más y tener dos o tres taparrabos. Todo lo demás sería muy mal visto e impensable.

Para llegar a este modelo de sociedad perfecta solo falta algo muy importante: contar con un líder carismático que encarne al pueblo mismo y que lo comprenda plenamente. En ese supuesto ya ni siquiera necesitamos contar las manitas alzadas en cada consulta, pues solo con escuchar su potente voz y recibir cada mañana sus órdenes estaríamos más que satisfactoriamente representados. Ustedes dicen.

Uy…que miedo.

POR TERE VALE

@TEREVALEMX

PAL