DEFINICIONES

De la crisis al drama

El secuestro masivo de migrantes, o la muerte de decenas de ellos, tendría que indignar. Contrario a eso, las autoridades lucen insensibles

OPINIÓN

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Manuel López San Martín / Definiciones / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La crisis adquiere dimensiones de drama, y el drama de horror. Y el horror, por desgracia, tiende a normalizarse, a ser una nota más, una mancha más, que si acaso amerita una investigación un pronunciamiento de alguna autoridad… hasta que llega la siguiente tragedia, el próximo episodio de terror.

El secuestro masivo de migrantes, o la muerte de decenas de ellos, tendría que indignar y generar consecuencias, detonar cambios. 

Contrario a eso, la insensibilidad de las autoridades alarma. Las instituciones y sus encargados, permanecen impávidos, estacionados en el lugar común.

Hace unos días se reportó el secuestro de 50 migrantes en el tramo carretero que une San Luis Potosí con Nuevo León. Las primeras reacciones de las autoridades estatales de justicia, fueron evasivas. Trataron de culpar al gobierno vecino y lavarse las manos. 

Al paso de cinco días, y ante la presión social, los migrantes fueron localizados. No hay detenidos. El evento está lejos de ser un caso aislado. 

Hace menos de dos meses, se había registrado el secuestro masivo de dos grupos de decenas de personas en esa misma autopista. Seguramente, por desgracia, no pasará demasiado tiempo antes de que ocurra otro hecho similar. Nada cambia.

 No hay verdad, mucho menos justicia. Los migrantes se juegan la vida en su travesía por México, a tal grado que la recomendación presidencial es que mejor no crucen el país, ante el peligro que esto representa.  ¿Quién manda en las carreteras? ¿Quién las gobierna? ¿Quién ejerce la autoridad? No son las instituciones legalmente establecidas.

La otra estampa es de mayor horror, y su herida sigue abierta: 40 migrantes murieron calcinados durante un incendio en una estación migratoria, la de Ciudad Juárez, Chihuahua. Una institución de gobierno encargada de resguardar a los migrantes —el Instituto Nacional de Migración—, no sólo no lo hizo, sino que sus omisiones (en el menor de los casos) provocaron la muerte de decenas. 

Han pasado casi dos meses y el máximo responsable del Instituto, su titular, Francisco Garduño, no sólo no ha sido removido del cargo, sino que se placea y sonríe cómodo públicamente. Apenas el lunes pasado estuvo en Ciudad Juárez y no escatimó en saludos y risas, en un acto público. La impunidad campea. Él no los mató, cierto, pero las acciones u omisiones de la institución a su cargo sí: los migrantes estaban bajo custodia de personal bajo su responsabilidad, en una instalación que también era su responsabilidad. Imposible rehuir de su responsabilidad.

La tragedia migrante representa una problemática global, sin duda, donde todas las naciones de la región tienen su tramo de responsabilidad. Ninguna por sí sola resolverá la crisis, pero debe haber un mínimo de voluntad y compromiso del lado mexicano. Y decoro, si no es mucho pedir. 

POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN

M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM

@MLOPEZSANMARTIN

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