El pasado 15 de mayo, Día del Maestro, el Presidente anunció que estaban en proceso de elaboración 115 millones de libros de texto gratuito con el nuevo modelo educativo, “alineado a los propósitos de la 4T, para desechar el modelo neoliberal”. Ahora resulta que el nuevo modelo se alinea, —en lo “obscurito”— al modelo totalitario marxista a cargo de Marx Arriaga Navarro, actual titular de la Dirección de Materiales Educativos de la SEP. Este funcionario ha desatado distintas polémicas, entre otras, el haber invitado a Sady Arturo Loaiza Escalona, exfuncionario del gobierno de Nicolás Maduro, como director de Desarrollo e Innovación de Materiales Educativos, cargo que desempeña actualmente.
Sin un diagnóstico claro ni antecedentes que lo avalen, sin considerar el rezago y enorme déficit educativo de los más de tres años que dejó la pandemia, sin tomar en cuenta la problemática de los maestros, la opinión de los padres de familia, sus horarios laborales o la situación de los alumnos, la SEP llevó a cabo un reordenamiento completo de la educación básica en un ambiente de total secretismo.
La Dirección General de Materiales Educativos de la SEP solicitó a los autores de los nuevos textos firmar cartas de confidencialidad. Los libros se diseñaron a puerta cerrada —en lo “obscurito”— sin dar oportunidad a los maestros o a expertos en pedagogía, de revisar contenidos con bases científicas, técnicas o pedagógicas, y el profesionalismo académico que se requiere. En la elaboración de estos materiales se excluyó la participación de asociaciones de padres de familia, como lo establece la Ley General de Educación en el artículo 113, mediante procedimientos que incluyan a los diversos actores sociales involucrados en la educación.
Alma Maldonado, experta en educación del Cinvestav (Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN), señala que en el nuevo programa “hay más ideología que pedagogía, además de que no resuelve la crisis derivada de la pandemia que provocó rezago y deserción escolar”. Marco Fernández del Tec de Monterrey tachó el plan de “confuso, ambiguo y sin una guía del rumbo educativo”. La falta de trasparencia no ha permitido analizar todos los textos, sin embargo, para “muestra basta solo un botón”: en los de primer grado de primaria se detectaron faltas que van desde la ortografía elemental, hasta errores metodológicos, como el suponer que la totalidad de menores en nuestro país cuentan con internet.
Por lo anterior, la Unión de Padres de Familia (UNPF) interpuso un amparo contra los nuevos libros de texto, planeando interponer demandas similares en todos los estados de la federación donde tiene presencia. Yadira Medina Alcántara, juez Tercera de Distrito en Materia Administrativa en la Ciudad de México, admitió la demanda a trámite este 15 de mayo y solicitó a la SEP, rendir un informe en los próximos 15 días. “Estamos acudiendo a los tribunales para que detengan estas acciones. Hacemos responsable al Ejecutivo del daño que se quiere causar a nuestros hijos con los libros de texto que no han sido aprobados por nosotros”, expuso Israel Sánchez, miembro de esta organización.
La historia de la educación en nuestro país ha sido trágica por la utilización que han hecho de ella gobiernos anteriores, como es el imponer el texto único sin respeto a la libertad de enseñanza. No es la primera vez que se prostituye la educación puesta al servicio de fines políticos o ideológicos, y el gobierno de la 4T no ha sido la excepción. La fuerza social que genera abrir las mentes al conocimiento de la verdad, el potencial de una educación capaz de traducirse en desarrollo, la enseñanza que fomenta el auténtico progreso, incomoda demasiado a gobiernos totalitarios que la utilizan para adoctrinar y manipular al pueblo a su antojo. La ignorancia es la mejor aliada del populismo.
La 4T lanza sus libros de texto con la premura de quien tiene prisa. Le queda solo un año para imponer su ideología a cambio de conocimiento, sus ocurrencias a cambio de experiencias y su descarado adoctrinamiento a cambio del conocimiento garante de libertad.
POR PAZ FERNÁNDEZ CUETO
PAL