COLUMNA INVITADA

La educación como herramienta contra la discriminación por género

Sin embargo, no podemos quedarnos en la parte general. Pese a los datos anteriores, es importante mencionar que este ámbito de formación es diferente para las mujeres y los hombres

OPINIÓN

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Dra. Mónica Porres Hernández / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

La educación ha sido un elemento fundamental a lo largo de la historia. Nos ha permitido, por ejemplo, compartir conocimiento e información entre comunidades, generaciones y culturas. Es un vehículo que, aplicado de una manera adecuada, muestra las desigualdades en las diferentes esferas sociales.

Para los jóvenes en México, la educación es una de las mayores fortalezas para incorporarse al mercado laboral. Por mencionar algunas cifras, aquellos que estudian una carrera universitaria enfrentan una menor informalidad, con una tasa de 52%. Mientras que quienes únicamente terminaron la secundaria son más propensos a laborar en la informalidad, con una tasa del 76%.

Sin embargo, no podemos quedarnos en la parte general. Pese a los datos anteriores, es importante mencionar que este ámbito de formación es diferente para las mujeres y los hombres.

Aún en la actualidad, la discriminación de género debilita la perspectiva de acceso a la educación por parte de las mujeres. Los matrimonios a edad temprana y el trabajo doméstico llevan a muchas niñas y jóvenes a abandonar la escuela.

Sin embargo, un dato que encuentro positivo es que la incorporación de las mujeres en el sistema educativo ha incrementado, así como su acceso en la educación profesional. En el primer trimestre de 2022, las mujeres de entre 15 y 29 años representaron el 55% de los nuevos profesionistas jóvenes, de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).

La educación contribuye a que las mujeres se conviertan en agentes positivos de cambio, otorgándoles también un rol que transforma sociedades enteras. Una mujer que asiste a la escuela tiene mayores posibilidades de desarrollar su potencial en el transcurso de la vida, ya que estará mejor preparada para obtener un trabajo digno y bien remunerado, por ejemplo, o tendrá mayores posibilidades de alejarse de un hogar violento.

Aunque la elección de carreras aún está muy marcada entre los géneros, siendo aquellas relacionadas con la enfermería, derecho y administración las más populares entre las mujeres, existen otras, como ingeniería, producción industrial y construcción están cobrando cada vez más relevancia para ellas. Actualmente, un 11% de las mexicanas con estudios de nivel superior obtienen un título en estas áreas, cuando el promedio en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) es de 6%.

Este porcentaje es el segundo más alto entre los países de la OCDE, por lo que México estaría solo por debajo de Portugal (12%).

Los gobiernos y las escuelas tienen un rol fundamental para seguir reduciendo la discriminación por género, por ejemplo, mediante estrategias que sean útiles para romper el estereotipo de que las mujeres son malas en matemáticas o que carreras como las antes mencionadas son “solo para hombres”.

Con las políticas apropiadas y los cambios sistémicos adecuados (por ejemplo, en las actitudes sociales y la forma de organización de las escuelas), los avances en la educación de las niñas pueden conducir a un ciclo positivo para las siguientes generaciones.

Quienes trabajamos en instituciones educativas tenemos la responsabilidad social de aportar las herramientas necesarias para combatir estas problemáticas, que mantienen un entorno de desigualdad. Impulsar y garantizar una educación equitativa es el primer paso para generar un cambio en la sociedad y así reducir la brecha de género.

POR DRA. MÓNICA PORRES HERNÁNDEZ
RECTORA INSTITUCIONAL DE LA UNIVERSIDAD DEL VALLE DE MÉXICO
@UVMMEXICO

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