ENVÍO DIPLOMÁTICO

Coronación, institucionalidad y representación

La sociedad que a través de los medios masivos de comunicación tiene acceso a la privacidad de los famosos, asume esa cercanía mediática que transgrede la frontera de lo real a la fantasía

OPINIÓN

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David Nájera / Envío Diplomático / El Heraldo de MéxCréditos: Especial

En estos días de pompa y ceremonia por la coronación del nuevo rey en Gran Bretaña, abunda la opinión pública que asume el opinar acerca de cada detalle de la ceremonia y los actores de esta con una propiedad digna de causas personales. 

Como escribiese Roland Barthes, en Mitologías, en su artículo "El crucero de la sangre azul", la ligereza de la prensa del corazón es asumida por el público como una invitación a la intimidad en ese caso de la realeza. La sociedad que a través de los medios masivos de comunicación tiene acceso a la privacidad de los famosos, asume esa cercanía mediática que transgrede la frontera de lo real a la fantasía. 

Ahora, con la reciente coronación de Carlos III, las pantallas se llenan de crónicas personales dignas de una cercanía familiar que hace creer a la audiencia que su opinión, meme o apunte en las redes sociales es escuchado y considerado por el público como relevante.

Sí la sociedad contemporánea es capaz de considerar que sus soliloquios tienen valor real ¿Por qué se complica comprender que la representación de un Estado es un factor sustantivo?

Esto viene a cuento porque la presencia internacional se realiza mediante las representaciones diplomáticas, pero también mediante visitas oficiales, de Estado y el trajín de funcionarios. También la acción cultural, el comercio y los intercambios educativos, entre otros aspectos, constituyen la "representación" de un país, lo que construye al paso del tiempo la presencia y el discurso político de una nación entre sus pares.

Lo que consolida la institucionalidad de esa presencia es a su vez la acción política internacional de un Estado, especialmente mediante la conducta y acción del jefe de este. Puede ser en el gesto de una corona de flores ante un catafalco, en la revista a una guardia, en una conferencia; como también de sus gestiones con pares, reuniones de grupos y cumbres, en fin, la actuación internacional de un país y sus representantes. 

Para que un país participe activamente de la escena internacional, e incluso, proyecte su poder nacional con éxito se requiere de presencia e institucionalidad. En nuestro caso no es una coronación lo que define al Jefe de Estado, son las elecciones y la acción democrática de los ciudadanos, quienes esperan con su decisión, que la presencia internacional del país sea honrada en la práctica. 



POR DAVID NÁJERA

EMBAJADOR DE MÉXICO. PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DEL SERVICIO EXTERIOR MEXICANO

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