COLUMNA INVITADA

La era de la desinformación 2.0

Dentro de la política, las estrategias sucias son, desafortunadamente, parte de cualquier contienda

OPINIÓN

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Ignacio Anaya Minjarez / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Dentro de la política, las estrategias sucias son, desafortunadamente, parte de cualquier contienda. Parece que es mucho pedir unas elecciones sin controversias o trampas. Sin embargo, las maneras de engañar al público, de manipularlo o decir falsedades con tal de conseguir algún beneficio político, se están actualizando, siendo la tecnología una de las herramientas principales.

A lo largo de la historia, la manipulación y la propagación de mentiras han sido utilizadas en innumerables ocasiones para influir en la opinión pública y generar apoyo para diferentes causas políticas. Desde la época del periodismo amarillo en el siglo XIX hasta las noticias falsas difundidas en las redes sociales, los políticos y sus seguidores han recurrido a tácticas engañosas para persuadir a la población.

Hoy en día, las redes sociales son el caldo de cultivo perfecto para propagar desinformación. A menudo, estas noticias se comparten fuera de contexto, lo que dificulta que las personas reconozcan su falta de veracidad. Además, los políticos pueden aprovechar la tecnología para crear y difundir imágenes manipuladas, como sucedió en las elecciones de Turquía, donde el presidente Erdogan fue acusado de presentar un video alterado que combinaba imágenes de su oponente con un líder militante kurdo, dando la impresión de un vínculo entre ambos. Distintas agencias comprobaron que se trataba de un deepfake, una técnica para hacer videos con inteligencia artificial.

Esta nueva problemática plantea desafíos adicionales en cuanto a lo que es falso y verdadero, así como cuestiones éticas, durante los períodos electorales. Con la creciente sofisticación de la tecnología y las técnicas de manipulación, es cada vez más difícil para los ciudadanos distinguir lo que observan. Los deepfakes son un ejemplo particularmente preocupante de cómo los nuevos desarrollos tecnológicos pueden ser utilizados para engañar y manipular a la población.

Es crucial destacar que existe una responsabilidad en tres sectores para que predomine la honestidad y la realidad. Los políticos deben abstenerse de recurrir a estas tácticas para ganar apoyo, ya que el hecho de usarlas (y ser atrapados) habla más negativamente de ellos que sus discursos. Los medios de comunicación deben asumir el rol de verificar la veracidad de las noticias y los contenidos que difunden.

Los ciudadanos, por su parte, tienen la necesidad de desarrollar habilidades críticas para evaluar la información que consumen y cuestionarla antes de compartirla, lo que implica ponerse los anteojos de la sospecha por un momento. Además, es fundamental fomentar la educación mediática y digital para capacitar a las personas en la identificación de contenido manipulado. De lo contrario, se avecina una nueva era política dominada por un nuevo tipo de juegos sucios.

POR IGNACIO ANAYA

COLABORADOR

@Ignaciominj

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