ARTE Y CONTEXTO

La “mala madre” y otras hierbas

Las madres malvadas tienen un especial reconocimiento en algunos de los universos paralelos con los que fuimos educados en este país

OPINIÓN

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Julen Ladrón de Guevara / Arte y Contexto / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“La ‘Mala madre’, también conocida como ‘Cinta o lazo de amor’ es una planta perteneciente a la familia de las liliáceas. Se caracteriza por ser purificadora de aire porque renueva ambientes tóxicos o afectados por monóxido de carbono y formaldehído, presente en barnices, aerosoles y cosméticos.”.

Esta es la definición de una de mis plantas favoritas. Me gusta porque es extraña y si no fuera porque “arroja” a sus hijos al vacío, sería demasiado simple. Es una especie de helecho sin hojas que suelta una raíz larga de cuya punta brota un retoño, que al crecer se deshará de su progenie de la misma forma. Se supone que esta especie viene de África pero yo sospecho que es latinoamericana.  

La definición es filosófica y aguda porque tenemos “mala madre” junto a “lazo de amor” y “tóxicos”. Poesía pura. Son frases que los lamas del Tibet adoptarían para confundir a sus adeptos y hacerles pensar que en esas palabras se encierran las respuestas de la existencia misma. ¿Por qué estamos aquí? o ¿Cuál es nuestra misión en la vida? son preguntas profundas pero fáciles de responder si sabemos desentrañar los misterios de la lingüística botánica. 

Su nombre y descripción definen sin recato a la mamá de la mitad de la población mexicana, que le tiene tanto apego a la chancla voladora como a los eufemismos y a los mensajes indirectos. Y es que las malvadas tienen un especial reconocimiento en algunos de los universos paralelos con los que fuimos educados en este país. 

En el universo de la música, madres como la de Juan Gabriel lograron que la tristeza de sus ojos lo hicieran llorar en silencio por un amor que provocaba el más triste recuerdo de Acapulco. O qué decir del fiel querubín que llevara en su vientre dolor y cansancio para darle la vida a Denisse de Kalafe y regalarnos con ella, una de las canciones que provocan tanto llanto como la escena del asesinato de la mamá de Bambi.

En el universo del cine tenemos una empate entre las abnegadas y las que son unas viejas desgraciadas, pero en el de las telenovelas la historia es diferente.

Desde Catalina Creel de “Cuna de lobos” o María del Sol en “Madres egoístas” hasta las últimas que no conozco, las progenitoras desnaturalizadas han sido memorables y por mucho, las más redituables. ¿Y por qué? Son varias las razones. 

La primera es que resulta liberador hacer catarsis viendo cómo un ser desalmado paga por toda su brutalidad con castigos espantosos, alguien que debería ser bueno por definición y que podría ser tu propia madre. A la nuestra estaría mal visto desearle un final infeliz para que pague por su crueldad, pero a Catalina Creel, no. Ella sí lo merece. 

La otra es porque las actrices destacadas son excelentes villanas y los escritores les dedican las mejores frases del guión. También son las más ricas, guapas, las más buenotas y obvio, también por resentimiento social muchos las quieren ver hundidas en el lodo.

En fin, que las madres desgraciadas también existen fuera de las pantallas pero son menos disfrutables, y por eso también es reconfortante aquello de “Madre, sólo hay una”, en el más extenso sentido de la palabra.