LA ENCERRONA

God save the King

“Me comprometo solemnemente, durante el tiempo que Dios me guarde, a defender los principios de la Constitución. Prometo servirles con lealtad, respeto y amor”.- Carlos III

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Después de 70 años, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte vivió la coronación del nuevo monarca. Carlos III y su esposa, Camila, fueron ungidos como reyes en la Abadía de Westminster en una solemne celebración dirigida por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby. Como ocurre en estos casos, todo el protocolo es fastuoso, cuidado, repleto de símbolos y de mensajes hacia el pasado (y también el futuro). Carlos, primogénito de la reina Isabel II, fue ungido en la cabeza, el pecho y las manos con el aceite sagrado de la vasija, un frasco dorado en forma de águila, sobre la cuchara de plata dorada utilizada desde el siglo XII destinada a la coronación de acuerdo con la Liturgia de la Iglesia de Inglaterra.

Carlos III y Camila portaron las coronas “San Eduardo” y “María”, respectivamente, capas, espadas y demás florituras enjoyadas. Observando todo el ritual, sobre todo cuando el arzobispo Welby grita “God save the King”, es imposible no pensar en series o películas de ciencia ficción como Games of thrones o El señor de los anillos, donde los reinos de estos mundos fantásticos, ya sean de humanos o de otros seres, viven la coronación de su realeza en un ambiente de festividad y de esperanza, de vítores y alabanzas hacia los nuevos monarcas. Fantasía o un retorno al pasado con siglos de distancia.

Ahora bien, lo que sí dista de las películas, cuentos y series fantásticas es la manera de gobernar. En Gran Bretaña, aunque el rey sea el único Jefe de Estado y quien convalide o disuelva  al gobierno y aprobar las leyes —previamente votadas en el parlamento—, sus funciones son simbólicas o ceremoniales. Además, claro, de mantener la unión de su reinado. Por lo que Carlos III deberá de realizar un trabajo políticamente correcto a lne incurrir en declaraciones controversiales, tal y como hizo su madre, y aconsejar al primer ministro, Rishi Sunak, sobre todo lo que suceda en Reino Unido, sobre todo con los brotes independentistas, como el siempre latente, de Escocia.

Aunado a las naciones constitutivas del Reino Unido (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte), el nuevo rey tiene como uno de sus retos principales mantener vigente a la Commonwealth británica, la cual está conformada por 14 naciones ex colonias y protectorados independientes y semi independientes, que respetan la figura de la monarquía, tales como Canadá, Australia, Nueva Zelandia o Antigua y Barbuda, esta última, por ejemplo, ya informó su deseo por convertirse en república independiente. Para lograr este objetivo de unidad, Carlos III tendrá que trabajar de la mano de Sunak y de Patricia Scotland, secretaria de la Commonwealth.

Así, más allá de parangones con elfos o la Casa Lannister, el rey Carlos tendrá que asumirse como una figura de estabilidad para Gran Bretaña, para Europa y para el mundo, en estos tiempos tan convulsos. Sabemos que la reina Isabel fue una pieza clave en el marco de la Guerra Fría y también en la configuración del Estado de bienestar en Inglaterra y toda Europa, del rey Carlos III se espera, quizá un papel más discreto que su antecesora, pero solidez y respaldo al inquilino del número 10 de Downing Street para que el Reino Unido pueda sortear los coletazos que decantan después del Brexit, así como el surgimiento de China y una guerra que no cesa en el territorio de Ucrania.

POR ADRIANA SARUR

COLABORADORA

ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM / @ASARUR

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