COLUMNA INVITADA

¿Para qué escribir esta columna?

La polarización actual descansa en este presupuesto: la idolatría y el repudio; no hay ídolo sin detractor, no habría detractores sin ídolo; dualismo imperecedero que lo soporta todo: verdad vs mentira: el ídolo nunca miente, los detractores no dicen la verdad

OPINIÓN

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Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Ya Nietzsche lo había sentenciado: “en el mundo hay más ídolos que realidades”. Hemos dado la espalda a la realidad, optando por la inmolación a los ídolos, ya sean religiosos, seculares, nos entregamos a abstracciones vacías. Estamos rodeados de ídolos, los vemos como intocables, absolutos. Atacarlos es exponerse al fuego; desafiarlos, un peligro latente. Pero ¿existe tal cosa como el ocaso de un ídolo? Si, y cuando cae, lo devoramos en pedazos.

¿Por qué creemos cosas raras? ¿Creer en ídolos es una cosa rara? No, la rareza es condicionar nuestra vida a uno o varios ídolos, sin escepticismo alguno.

La polarización actual descansa en este presupuesto: la idolatría y el repudio; no hay ídolo sin detractor, no habría detractores sin ídolo; dualismo imperecedero que lo soporta todo: verdad vs mentira: el ídolo nunca miente, los detractores no dicen la verdad; la verdad está ahí, en el apetito de la ficción de creer y en la necesidad de “saber”, claro, nada se pone en tela juicio. ¿Derribar ídolos morales e intelectuales, desmontar estructuras de pensamiento anquilosadas, observar y preguntarnos, si la totalidad del mundo está cimentado sobre una mentira? ¿Preferimos la mentira? El problema no consiste en que esta ficción sirva para la conservación de la especie, la mayor objeción es creer que esa mentira es la verdad. 

Bueno, y ¿qué, para qué tanta monserga? Pregunta lógica.

Pues para aportar con humildad una voz al escenario de discusión que hoy aparece muchas veces, difuso, postergado y contradictorio; buscar claridad, invitando a la reflexión de lo que nos rodea; propiciar la búsqueda de la punta del ovillo en este laberinto de ídolos con pies de barro y de proyectos que se esfuman en sus propias sombras, pero eso sí, sin dogmas y sin subestimar.

Lejos del consenso y los grandes acuerdos, esta columna es más bien un punto de encuentro de líneas que se cruzan y, que más de una vez, han chocado entre sí o se contraponen, con un único objetivo: narrar con las libertades del caso, a partir de lo que nos da identidad: desarrollar lo que nos interesa, indagar lo que nos intriga, rescatar lo imprescindible. No hay contradicción, simplemente encontrar un camino para reflejar todo aquello que nos sucede por adentro; la certeza de no estar andando por ahí con ganas de convencer a nadie, sino la satisfacción de compartir con los lectores estas pasiones, incógnitas y fantasías que nos invaden y, también de historias que aún están por escribirse.

¿Tiene sentido sacrificar algo, a la nada, antes que a la realidad? ¿Se sacrifican los seres humanos en nombre de cosas que no existen? ¿Dios y patria?

Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío, sobre las conciencias de todos (Eduardo Galeano).

 

 

POR DIEGO LATORRE LÓPEZ
SOCIO DIRECTOR DE LATORRE & ROJO, S.C.
@DIEGOLGPN

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