LA NUEVA ANORMALIDAD

Lo que queda de Raúl Padilla

El legado de Raúl Padilla debe ser debatido y repensado; es la única manera de honrarlo

OPINIÓN

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Nicolás Alvarado / La Nueva Anormalidad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Éste no es un texto sobre mi relación con el fundador de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, pública y, en el relato general de su vida y obra, irrelevante. La consigno sólo para hacer lo que en inglés se llama un full disclosure: admitir de entrada que fui su colaborador y lo consideré un mentor y un amigo.

Éste no es un balance moral o político de quien ejerciera un liderazgo poderoso y longevo en la Universidad de Guadalajara: me sobra distancia geográfica y me falta distancia personal y política para hacerlo. Diré sólo, a manera de premisa, que sé que Raúl Padilla fue y es polémico, y que soy consciente de cuántos y cuáles fueron sus defectos.

Vendrán semanas, meses, acaso años en que su carácter y legado serán debatidos con pasión. Después se extinguirán las vidas de quienes lo conocimos y con ellas el odio y el amor que concitó. Quedará un legado, del que destacaré tres puntos:

1.     Una universidad estatal, no metropolitana

Así como la actividad de la UNAM está casi por completo concentrada en la Ciudad de México, la de la UDG lo estaba en la capital del estado hasta el rectorado de Padilla, constructor de la Red Universitaria de Jalisco. Que hoy sea posible estudiar gastronomía en Puerto Vallarta, letras en Ciudad Guzmán o agronegocios en Ameca es resultado de una visión descentralizadora no en la retórica sino en los hechos.

2.     Una feria del libro como festival de las ideas

Rara vez recurro al cliché de referirme a FIL Guadalajara como “la segunda más importante del mundo”; pocos criterios hay para compararla con “la primera”: Frankfurter Buchmesse es un evento producido por la industria editorial como feria de profesionales dedicada a promover los negocios, con un pequeño programa abierto al público; la FIL es uno auspiciado por una universidad pública, cuya principal función es servir de foro de discusión y macrolibrería, abiertos ambos a la ciudadanía, y que además alberga un salón de profesionales. Lo de Frankfurt es una plataforma industrial; lo de Guadalajara una política pública de fomento al libro, la lectura y el diálogo.

3.     La cultura como ente dinámico y dialogante

Los proyectos culturales impulsados por Padilla en Jalisco –la FIL, el FICG, el Centro Cultural Universitario– acusan una visión de la cultura como algo que fomenta no uno sino varios diálogos: entre academia, creación y ciudadanía; entre sectores público y privado; entre entretenimiento, ideas y cosa pública. Lejos de la visión marmórea del PRI, o de la instrumental y exotizante de Morena, hay en esa articulación un empeño de construcción de ciudadanía.

En unos años, eso habrá quedado de Raúl Padilla. No es poco. La pregunta es cómo traerá la UDG esos valores a tiempos que reclaman apertura, transparencia y horizontalidad: cómo los actualizará para que pervivan.

 

POR NICOLÁS ALVARADO

COLABORADOR

IG: @NICOLASALVARADOLECTOR


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