COLUMNA INVITADA

Entre salud y secretos

De una manera indudable se ha mostrado ya que el señor Presidente, si algo tuvo

OPINIÓN

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Ignacio Anaya Minjarez / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

“De una manera indudable se ha mostrado ya que el señor Presidente, si algo tuvo, fueron accidentes sin importancia y nunca se llegó a temer por su vida, como lo dio a entender cierta prensa, calificada muy bien con el dictado de amarilla por su afán de causar sensación.”

Esta podría parecer una frase extraída de algún periódico o comunicado reciente, en medio de la incertidumbre sobre la salud del presidente, pero en realidad proviene de una nota publicada hace más de 120 años, el 26 de marzo de 1901. La noticia del diario "La voz de México" aseguraba que la salud de Porfirio Díaz era óptima y tildaba de amarillistas a quienes afirmaban lo contrario.

No es coincidencia que estos temas siempre emerjan en los medios cuando la figura principal es el mandatario de una nación. Cualquier desgracia que le ocurra a un líder puede estar acompañada de una desestabilización política, aprovechada tanto por la oposición como por los grupos cercanos al poder.

México no es el único caso; este fenómeno es más común de lo habitual y la controversia que genera parece siempre estar presente. El 2 de abril de 1974 falleció Georges Pompiduo, entonces presidente de Francia, debido a un cáncer de células blancas. Al momento de su muerte gran parte de la población francesa se enteró que desde 1972 el mandatario estaba batallando con dicha enfermedad.

A raíz de las críticas por haber mantenido esa información en secreto, su sucesor François Mitterrand comenzó a divulgar un informe de salud. Irónicamente, tal vez porque no hay otra palabra para describirlo, poco después de comenzar su mandato en 1981 le fue diagnosticado cáncer de próstata, sin embargo, esto nunca apareció en los mencionados informes hasta que lo hizo oficial en 1992. Para ese entonces, ya había comenzó su segundo término en el poder.

Mitterrand falleció al concluir su presidencia, en 1996. Posteriormente, su doctor personal, Claude Gluber, publicó el libro “El gran secreto”, en donde afirmaba que se sabía de la enfermedad desde 1981 y además para 1992 no se encontraba en condiciones de seguir en el cargo. Como este hay muchos ejemplos, una simple búsqueda lo muestra.

El título de la obra de Gubler revela la importancia del secretismo en relación con información que, en teoría, debería ser pública de acuerdo con los principios de una democracia funcional.

Sin embargo, también debe haber un equilibrio delicado entre el interés público y la privacidad de la familia del mandatario. A lo largo de la historia, existen varios ejemplos que pueden analizarse desde distintos enfoques. Conocer la salud del presidente puede afectar las proyecciones futuras y el rumbo político de una nación, sobre todo cuando estas noticias no se manejan de manera adecuada o se ocultan hasta después. La sociedad tiene derecho a saber cómo está el líder de un país y, al mismo tiempo, mostrar respeto hacia su persona y familia. Esto forma parte de la confianza política que muchos desean.

POR IGNACIO ANAYA

COLABORADOR

@Ignaciominj

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