HIEL Y MIEL

Con Ciencia

Los ataques a la comunidad científica por el deseo de ser omnipotente son un mal augurio

OPINIÓN

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Tere Vale / Hiel y Miel / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La directora del maltrecho y por el momento destruido CONACYT se salió con la suya. Con su lamentable logro de reformar la Ley de Ciencia y Tecnología constató que en la administración pública actual la toma de decisiones no se basa en los datos duros, ni en lo mejor para la sociedad, sino en la fe, la ideología y sobre todo, el capricho.

Las ocho reformas propuestas, aprobadas hace un par de días en San Lázaro, sin discutirse y al vapor, son todas ellas centralistas, aldeanas y dañinas para la democracia en México. En especial en lo referente a ciencia y tecnología, la reforma desconoce que la Constitución vigente postula la participación conjunta de los sectores público y privado en la investigación y desarrollo científico y tecnológico del país. Por el contrario, la propuesta de la Dra. Álvarez-Buylla impone un monopolio del Estado en estas materias y limita la libertad de cátedra y de investigación ya que la autoridad determinará las áreas en donde es lícito investigar o no.

La hasta hoy directora del CONACYT ha declarado que después de la investigación exhaustiva de los modelos de desarrollo científico en el mundo no existe uno mejor que el de Cuba. Eso dice.

El deseo del oficialismo por conseguir un pensamiento unificado lo ha llevado a exigir, directa o indirectamente, la sumisión, no sólo de personas sino también de instituciones que deben doblegarse y sólo investigar o tratar lo que le resulta conveniente al gobierno, si es que quieren seguir existiendo.

Desafortunadamente esta no es la primera vez que sucede algo así en el mundo. Me refiero a los ejemplos aterrorizantes del pasado como los de Stalin o Hitler, que querían sólo una ciencia e, incluso, un arte a modo.

Más cerquita, países de pensamiento único como Corea del Norte, China, la mencionada Cuba, Venezuela, Nicaragua y muchos otros, son muestra de cómo las otras formas de ver al mundo han sufrido el avasallamiento de los autoritarismos y sus domadores en el poder.

Ilusos los que pensaron que después de la II Guerra Mundial los humanos habíamos recuperado la razón y que, cuando en 1989 cayó el muro de Berlín se había destruido junto con él el deseo de exterminar a la disidencia. La uniformidad nunca ha traído buenos resultados, en la misma naturaleza la diversidad es la que permite y promueve siempre la evolución.

La idea de limitar a la ciencia, de ponerle un corsé a la investigación y controlarlo todo a favor de un régimen incuestionable es una distopía aterrorizante.

Este proceso por conseguir a toda costa un pensamiento unidimensional nos conducirá, si no lo atajamos a tiempo, al empobrecimiento de las ideas y, lo más espantoso, a la muerte de las libertades. Ni becas, ni estudios comparados, ni talleres, ni estudios en el extranjero. De eso se trata esta reforma.

Los ataques a la comunidad científica por el malsano deseo de ser omnipotente y la obsesión por controlarlo todo, a costa de la denigración de los académicos, intelectuales o investigadores que se oponen a una sola forma de ver al mundo son un mal augurio para México. Aún estamos a tiempo de oponernos a ello.

 

POR TERE VALE

COLABORADORA

@TereValeMX

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