COLUMNA INVITADA

Todes...

Dar un paso hacia la inclusión será una práctica interesante para la manera que percibimos la realidad

OPINIÓN

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Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Somos intolerantes, todo nos ofende, y si se trata del lenguaje inclusivo, peor: “¿Qué es eso de hijes o todes? ¡Eso no existe, la Real Academia Española (RAE) ya lo aclaró!” ¿Cuántas veces hemos escuchado esto?

Nos suena raro y hasta nos molesta, pero eso sí, a diario usamos o toleramos frases terribles, simplemente porque así ha sido desde siempre:

“Tiene el alma negra”; “es un nacazo”; “no seas nena”; “es un poco afeminado”; “negras intenciones”; “no seas nahual”; “¡pinche gato!”; y otras tantas expresiones que forman parte del lenguaje coloquial, pero sin percatarnos de la brutal carga ideológica, machista, racista, y clasista que, nos guste o no, refleja con absoluta nitidez, cómo somos y el tipo de sociedad en la que vivimos todos.

“#RAEconsultas: El uso de la letra «e» como supuesta marca de género es ajeno al sistema morfológico del español, además de ser innecesario, pues el masculino gramatical funciona como término inclusivo en referencia a colectivos mixtos, o en contextos genéricos o inespecíficos.”

Lo que haya dicho la RAE, resulta en algo irrelevante, pues instituciones como esa son inflexibles, anquilosadas y viven dos pasos atrás de la evolución social.

Aceptémoslo de una buena vez, los, las y les trans no se sienten identificados con “todos” y “todas”.

Hay trans que se sienten hombres; hay trans que se sienten mujeres, pero hay algunos, algunas y algunes que no se sienten ni hombres ni mujeres, entonces, ¿qué enfoque dar?

El lenguaje es un ente vivo y político, en consecuencia, no necesitamos de títulos académicos o experiencia con documentos jurídicos para levantar la bandera de los derechos colectivos.

El lenguaje no es objetivo ni neutral, se sujeta a sesgos de género y enfoques de poder, de ahí que, generar un modelo más inclusivo, será en beneficio de muchas personas, tanto las que no se ven reflejadas con el uso regular, como de aquellos que no se ven dentro del esquema binario.

Dar un paso hacia la inclusión será una práctica interesante porque el lenguaje per se marca, en gran medida, la forma en que percibimos la realidad. Si generamos descripciones ya no solo de “todos”, sino también de “todas” y “todes”, lograremos advertir que hay más actores políticos que son igual de importantes en nuestro país y que hasta hoy han sido invisibilizados, oprimidos e inclusive discriminados.

Si la RAE, como ente prescriptivo de la lengua castellana, ha negado la existencia de estos términos, se debe, en mi opinión, a que, en temas estructurales, las instituciones son patriarcales y más cuando norman procedimientos sociales de poder y saber, pretendiendo determinar verdades sobre lo que constituirá el mundo social.

¿Lo que no se nombra, no existe? Sí existe, pero con una dosis de miedo a aceptarlo.

En el corazón de una estructura patriarcal, el desconocimiento tiene un síntoma: la burla.

POR DIEGO LATORRE LÓPEZ
SOCIO DIRECTOR DE LATORRE & ROJO, S.C.
@DIEGOLGPN

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