COLUMNA INVITADA

La triste entrega

Lamentable que los senadores y, particularmente, algunas senadoras, no separaron sus intereses y ambiciones políticas de una ceremonia de Estado

OPINIÓN

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Onel Ortiz Fragoso / Colaborador / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

Triste fue el espectáculo de la entrega de la medalla Belisario Domínguez del Senado a la escritora Elena Poniatowska. Lamentable que los senadores y, particularmente, algunas senadoras no separaron sus intereses personales y ambiciones políticas de una ceremonia de Estado.

Faltaron al respeto a la galardonada que ellos mismos designaron e hicieron evidente el desconocimiento de lo que significó el secuestro, tortura y asesinato de Belisario Domínguez por criticar al usurpador Victoriano Huerta.

La entrega de la medalla Belisario Domínguez es la única ceremonia legislativa que reúne a los titulares de los tres poderes del Estado mexicano. Presidente de la República, presidente de la SCJN y presidentes de las mesas directivas de ambas cámaras del
Congreso de la Unión.

Desde hace años, esta ceremonia ha menguado. Van dos años que el Presidente de la República envía a un representante; esta entrega, la presidenta de la Suprema Corte también envío a un representante. Cuidado, cuando los titulares de los tres poderes no puedan coincidir en el mismo recinto.

Ricardo Monreal, coordinador de los senadores morenistas, tejió un acuerdo de civilidad durante la ceremonia de entrega de la medalla. Tal parece que el control de Ricardo Monreal sobre sus coordinados y del senador Alejandro Armenta al frente de la Mesa Directiva menguó. La primera que rompió el acuerdo fue la senadora del PES, Sasil de León, quien hizo uso de la palabra en la sesión solemne. Al final de su intervención aprovechó para hacer una crítica a la resolución de la Suprema Corte respecto a la Guardia Nacional. ¿Qué pretendía la senadora? ¿Con quién quería quedar bien? ¿Quería asegurar su reelección? ¿Por qué autoboicotearse? ¿Qué ganó?

Esta torpeza es lo que esperaban los legisladores de la oposición para reventar la sesión solemne. ¡Fuera! ¡Fuera! Los gritos sonaron en la antigua casona de Xiconténcatl.

Particularmente agresiva fue la senadora panista Kenia López que, en su demencia por increpar a su compañera de legislatura, empujó a un fotógrafo; con la cara descompuesta e inyectada de ira protagonizó uno de los hechos más bochornosos del Senado de la República.

Quien se llevó la tarde fue la senadora Lily Téllez en sus provocaciones y agresiones al secretario de Gobernación y al vocero de la Presidencia. La senadora podrá decir muchas cosas, pero no que fue limitada en su libertad de expresión. La llevó a los niveles del insulto.

¿Qué pretendía la senadora con semejantes desplantes? Llamar la atención, provocar una respuesta violenta de alguno de los increpados para victimizarse. Capitalizar el escándalo para seguir avanzando en sus aspiraciones de ser la candidata del PAN a la Presidencia de la República. Lo peor del caso es que le está dando resultado. Que lamentable, la falta de respeto del Senado a la sociedad y a su propia historia. Ojalá una ceremonia tan bochornosa no se repita. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce. Y de quien sea.

Por Onel Ortiz Fragoso

Colaborador

@onelortiz

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