DEFINICIONES

El problema se llama Alito

En corto, panistas y perredistas —y no pocos priistas— reconocen lo innegable: el presidente del PRI es impresentable

OPINIÓN

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Manuel López San Martín / Definiciones / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El presidente del PRI es nocivo para la alianza opositora. No le suma legitimidad a la unión que busca puentes con la sociedad civil. Está apestado, aunque su posición es estratégica. Nadie lo quiere, nadie confía en él, pero no pueden —aún— hacerlo a un lado. Alejandro Moreno Cárdenas controla al tricolor, y quisiera seguir haciéndolo el próximo año, aunque el Tribunal Electoral ya le ha cortado las alas a su intento de mantenerse en el cargo más allá de agosto de 2023.

En corto, panistas y perredistas —y no pocos priistas— reconocen lo innegable: Alito es impresentable. Tiene demasiadas cosas que explicar, una cola muy larga y una dudosa reputación. Pero esas mismas voces tampoco son ingenuas: el líder del PRI tiene tomado el partido y todas las posiciones de poder; no sólo el CEN, sino las coordinaciones parlamentarias.

A las opiniones dentro de los partidos se suman las de organizaciones ciudadanas a quienes les resulta difícil —y contradictorio— caminar acompañados de Moreno Cárdenas. Pocos desean que se les vincule con él, mucho menos quieren una foto con semejante personaje. Pero además del pudor al que algunos aluden, está la desconfianza.

Resulta complicado creer en la palabra del priista. Los ha traicionado más de una vez. La aprobación de una iniciativa de reforma constitucional propuesta por el tricolor, que amplió la presencia de la Guardia Nacional en las calles más allá del sexenio actual, es un botón de muestra, pero no es el único.

Apenas la semana pasada, Alito promovía otra reforma a la Constitución —de la mano de Morena—, que restaba atribuciones al Tribunal Electoral, pese a que semanas atrás repetía vehemente que “ni el INE ni el Tribunal se tocan”. Su palabra no vale.

En el fondo, PAN y PRD no lo quieren de aliado, aunque tratan de convencerse de que lo necesita. Pero, ¿lo necesitan? ¿Qué les da? ¿En qué suma? ¿A quién le suma? ¿Quién puede considerar que es buen aliado el dirigente que más derrotas acumula en la historia del PRI (el tricolor hace diez años era gobierno en más de la mitad de las entidades del país, hoy sólo lo es en tres)? ¿Quién puede argumentar en favor de caminar de la mano con quien acumula (según Mexicanos Contra la Corrupción) más de una treintena de propiedades, que además habría adquirido con esquemas dudosos, sino es que ilegales? ¿Quién se siente cómodo defendiendo a quien tiene denuncias penales y contra quien hay un proceso de desafuero en curso?

Esta semana, convocados por organizaciones de la sociedad civil, algunos de quienes aspiran a la candidatura presidencial por el Frente opositor, asistieron al foro Unidad y gobiernos de coalición: Claudia Ruiz Massieu, Beatriz Paredes y Enrique de la Madrid, del PRI; del PAN, Lilly Téllez y los diputados Santiago Creel y Juan Carlos Romero Hicks. Del PRD, Miguel Ángel Mancera y Silvano Aureoles, además de José Ángel Gurría Treviño, Gustavo de Hoyos y Demetrio Sodi. Faltaron varios, como el gobernador de Yucatán Mauricio Vila o la de Chihuahua, Maru Campos, pero ahí anduvieron algunos de los que han levantado la mano.

¿Alguno de ellos querrá una foto con Alito? ¿Les gustaría ser vistos en público con él? Ahí está la respuesta de qué tanto el presidente del PRI suma en una alianza opositora que busque, realmente, ser competitiva en 2024.

POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM
@MLOPEZSANMARTIN

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