ARTE Y CONTEXTO

Breve recuento de los helados de mi vida

Ayer 12 de marzo, me enteré de que el mundo celebraba el día internacional del helado y desde ese momento no he dejado de pensar en los más importantes de mi vida y para recordarlos, hice un viaje breve por algunos pasajes de mi infancia con este rico postre como hilo conductor

OPINIÓN

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Julen Ladrón de Guevara / Arte y Contexto / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Ayer 12 de marzo, me enteré de que el mundo celebraba el día internacional del helado y desde ese momento no he dejado de pensar en los más importantes de mi vida y para recordarlos, hice un viaje breve por algunos pasajes de mi infancia con este rico postre como hilo conductor.  

El primer helado del que tengo memoria es uno que se me cayó al piso. Todavía puedo ver la bola de chocolate cremoso derritiéndose en la baldosa negra del parque de Coyoacán, mientras trataba de asimilar su pérdida definitiva en estado de estupefacción. Me parece que ese día llevaba puesto un vestido blanco de falda tableada como de tenista, que usaba con unos zapatos que se salpicaron de chocolate, así que debí tener 7 años más o menos. Con el cono de galleta vacío en la mano, volteé a ver a mi padre que me miraba desde arriba como diciendo “ya ni modo”. Después me tomó de la mano que tenía vacía y nos fuimos a la casa. El trayecto era corto pero se me hizo muy largo y no dije ni una palabra, así que seguramente me puse triste, si no todo esto se me hubiera olvidado.

Mi segundo recuerdo importante es el helado de chorro del McDonald´s de El Paso, Texas, que conocí por primera vez gracias a que mi hermano Yuri me llevó un fin de semana cuando lo fui a visitar a Ciudad Juárez. Me quedé impactada por la novedad, nunca había probado algo así de rico, de suave y de aromático. La crema de vainilla fresca se apoderó de mi voluntad y me volví adicta al instante. Por suerte aún no llegaba esa franquicia a México, si no me hubiera comido al menos uno cada semana 

Otro recuerdo importante es el que guardo del olor a chicle de los helados “Danesa 33”, que era una marca famosa en los años 80 mexicanos, sobre todo porque las tiendas eran muy bonitas para un niño ya que parecían un cono invertido. Ahí te vendían helados de colores brillantes con sabores evidentemente artificiales y podías pedir la bola adentro del casco miniatura de tu equipo de futbol americano favorito. Parte del éxito de esta heladería eran los anuncios que pasaban en la tele porque la canción era pegajosa y siempre se te antojaban cuando los veías. Los dueños de este producto cuidaron muy bien de la estética de su marca en todos los sentidos aunque la calidad del postre en sí era regular, pero a nadie le importaba ese detalle.

De ahí mis recuerdos brincan a los años 90 con los helados de yogurt de Nutrisa o los de leche del establo de Santa Clara, que hasta la fecha siguen existiendo pero hace mucho que no los pruebo. Los sabores eran más naturales y los colores tenues, antojables; tampoco se sentían tan azucarados como los demás y hasta podías pensar que estabas ingiriendo un alimento nutritivo. Mi favorito por muchos años fue el de menta con chocolate y ahí tenían el mejor del universo. Hasta ese momento la industria del helado era relativamente escasa, no como ahora que tenemos miles de propuestas distintas de helados de todo tipo, tal vez por eso recuerdo de manera específica estos helados de los que hablo. 

Total, que de pronto se vino un boom de productos sin lácteos, veganos, con fruta natural traída del otro lado del mundo y con precios estratosféricos. De hecho, la última vez que quise comprar un litro de chocolate amargo costaba como $350.00, así que decliné la idea y compré unas flores para la comida a la que me habían invitado. 

El helado me ha acompañado toda la vida, sobre todo en mis primeros años cuando éste era un regalo que disfrutaba de manera especial, así que terminando este recuento me voy a ir comer uno muy rico que venden por aquí para conmemorar uno de los inventos más importantes del mundo, al menos para cualquiera que haya sido niño entre los años 70  y los 90 de este país.  

 

POR JULEN LADRÓN DE GUEVARA
CICLORAMA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@JULENLDG

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