LA ESCENA EXPANDIDA

Pinocho: multimedia e inteligencia artificial

La compañía de danza contemporánea La Manga, el compositor Tomás Barreiro y un equipo creativo ofrecieron su propuesta del cuento de Carlo Collodi

OPINIÓN

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Juan Hernández / La escena expandida / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Lo dijo claro y fuerte el compositor Tomás Barreiro (1976), no es el Pinocho de Disney y tampoco el de Guillermo del Toro, la del laboratorio sonoro presentado esa noche era una propuesta de arte contemporáneo basada en el texto original de Carlo Collodi, seudónimo de Carlo Lorenzini (Florencia, 1826-1890).

La propuesta vuelve la mirada a la multimedia, aunque a diferencia de los años 90 -cuando esto se volvió moda- ahora la tecnología es mucho más sofisticada y permite mayores logros en la relación entre distintos lenguajes del arte, la creación de imágenes, así como una demostración de lo que en la actualidad ya no es sorpresa para nadie: el uso de la inteligencia artificial (IA).

Y digo que no es sorpresa, porque si en los 80 y 90 la idea de una inteligencia que no fuera la nuestra era algo sorprendente, hoy los jóvenes tienen en casa aparatos inmersivos para vivir fuera del mundo sensible e introducirse de lleno en ese otro universo creado por la IA.

Foto: Cortesía 

Fue en la Sala Carlos Chávez del Centro Cultural Universitario en donde este proyecto se presentó como una obra en progreso, en la que no sólo participó el compositor Tomás Barreiro, también La Manga, una compañía de danza compuesta por la coreógrafa y bailarina Gabriela Medina, y el artista visual con especialidad en multimedia Mario Villa; también el pianista y actor Sebastián Espinosa Carrasco, en las percusiones Diego Espinosa, y Juan García Petri en la asesoría de imágenes creadas con IA .

La función que se ofreció el 2 de marzo tuvo como objetivo poner a prueba este trabajo experimental. Un laboratorio sonoro que es la integración de elementos de la música, la danza y el teatro, la escena digital (a través de proyecciones en una pantalla). La escenificación de lo que en el futuro podría convertirse en un ballet.

Fotos: Cortesía 

Un ballet contemporáneo que no tiene nada que ver con los tutús y las puntas, aunque ciertamente sí con la fantasía. Lo visto hasta ahora, en la función del laboratorio sonoro, supone una propuesta sofisticada, sobria, que podría pensarse inaccesible por su complejidad, pero justamente una de las cualidades de la obra en progreso (quiere decir que aún no está terminada) es un lenguaje que permite que los elementos provenientes de diferentes disciplinas estén al servicio de la escena para ser apreciada por todo tipo de público.

El experimento es toda una muestra de cómo la música y su ejecución, la coreografía y el movimiento de la bailarina, la pantalla que reproduce digitalmente lo que ocurre en la escena y, en algunos casos, la distorsiona, así como la presencia de quienes manejan desde las computadoras los efectos multimedia y de Inteligencia Artificial, conforman, en conjunto, el corpus escénico, es decir, son una unidad.

Foto: Cortesía

La calidad del trabajo de los creativos es indiscutible, aunque habría que señalar la madurez de la bailarina y coreógrafa Gabriela Medina, con una trayectoria contundente en la escena terpsicoreana de México; artista dispuesta a tomar riesgos y a experimentar para buscar en su cuerpo los impulsos que signifiquen y digan algo a los espectadores de nuestro tiempo.

La Manga, de la que forman parte Gabriela Medina y Mario Villa, fue la compañía que puso sobre la escena las primeras video instalaciones coreográficas, entre ellas “El Hershey man”.

El trabajo de la Manga se aleja cada vez más de lo que entendemos por danza en su sentido convencional, para profundizar en la búsqueda de nuevas formas de producción que se adapten a los tiempos que vivimos.

Gabriela Medina transita por una etapa espiritual profunda, acompañada por quien también es su compañero de vida Mario Villa creador del espacio multimedia y digital para que la bailarina transite en un territorio nuevo cada vez, en una experiencia de descubrimiento.

Foto: Cortesía

El laboratorio sonoro dista mucho del efectismo de los cuentos de la industria cinematográfica y propone una experiencia cercana y compartida con las audiencias, es decir, que éstas se sientan parte de aquello que se vive en ese momento único e irrepetible de la escenificación.

“El despertar de la madera”, “Creación y conciencia de la marioneta”, “La danza de los títeres”, “Le crece la nariz”, “Acorralada, atrapada y colgada”, “Las criaturas”, “Le crece la nariz II”, “En la panza del tiburón”, y “Regreso a casa”, son las escenas en las que se divide esta experiencia escénica multimedia que cuenta una historia, no de la manera a la que estamos acostumbrados a ver Pinocho, sino a partir de la oscuridad de un cuento, que se torna siniestro y reprime la voluntad humana, lo que se puede apreciar en las desgracias que vive la marioneta debido a la desobediencia y ejercer su libertad para conocer el mundo, y que se convierte en humano hasta que aprende “la lección” y asegura que será obediente.

Quedamos a la espera de que esta experimentación llegue a su fin: un ballet contemporáneo que nos haga la entrega de un Pinocho que se pueda degustar desde su origen y también con la mirada de artistas contemporáneos serios, quienes disfrutan y al mismo tiempo toman con rigor el ejercicio de su disciplina artística. 

 

POR JUAN HERNÁNDEZ
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