COLUMNA INVITADA

Las instituciones importan, las personas también

La próxima semana, lunes 3 de abril, concluirá el periodo de cuatro de los actuales consejeros del Instituto Nacional Electoral

OPINIÓN

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Guillermo Lerdo de Tejada / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La próxima semana, lunes 3 de abril, concluirá el periodo de cuatro de los actuales consejeros del Instituto Nacional Electoral: su presidente, Lorenzo Córdoba, así como Ciro Murayama, Adriana Favela y José Roberto Ruiz Saldaña. Y no es algo trivial, dado el contexto que estamos viviendo. Me explico.

Este sexenio se ha caracterizado por la cobardía y falta de altura de miras de buena parte de nuestra clase política. Salvo contadas excepciones, la oposición no ha terminado de comprender el momento histórico que vive México para actuar en consecuencia. Ahí está, por ejemplo, el líder del PRI Alejandro Moreno, quien sea ha comportado como un peón de López Obrador, brabucón en redes sociales pero sumiso en los hechos ante el poder. Todo indica que “Alito” tendrá la deshonrosa distinción de ser quien sepulte al partido que por ocho décadas gobernó este país.

El PAN, la oposición más grande y que en el siglo XX encabezó la lucha contra el autoritarismo, hoy está en buena medida vació de ideas. Movimiento Ciudadano, sigue navegando en las indefiniciones de que papel quiere jugar, pero hasta ahora se niega a sumarse a la alianza lo cual sería clave en el contexto del 24. El PRD, aquella fuerza de izquierda que alguna vez inspiró y cimbró al país, hoy es prácticamente inexistente.

La mayoría de los legisladores de oposición son irrelevantes. Los pocos gobernadores de oposición que quedan, lo mismo del PRI, PAN o MC, a la hora de la verdad se someten: unos para escapar de investigaciones judiciales, producto de su oscuro pasado, otros por miedo, y el resto de plano por cinismo, para ganarse un retiro como embajadores.

En ese contexto, destaca la valentía de Lorenzo Córdoba y Ciro Murayama, dos académicos que han sido el dique de contención para salvaguardar nuestra democracia. Ambos han sido fieros defensores del INE, mucho antes de las marchas en el Zócalo. Por esta razón, a ambos los han atacado, espiado y amenazado desde el poder. Incluso, algunos sectores de la oposición los han acusado por ser demasiado “protagónicos”. Lo cierto es que las instituciones importan, pero también importa que las personas que las integran tengan la inteligencia y la fibra moral para defenderlas.

El lopezobradorismo se ha tratado de adueñar de las instituciones, y cuando no puede, las ha destruido. La Comisión Nacional de Derechos Humanos, que debería ser la conciencia moral del país, está hoy convertida en una agencia propagandística del presidente; los organismos reguladores de asuntos energéticos fueron cooptados para servir como testimonial ventanilla de trámite; al Instituto de Nacional de Transparencia, uno de los grandes logros de las últimas décadas, el oficialismo lo está bloqueando con su mayoría artificial en el Congreso. Al Instituto Nacional de Evaluación Educativa, simplemente lo desaparecieron porque sus datos no coincidían con la narrativa de la “transformación”.

El INE ha sido una de las pocas instituciones que ha sobrevivido; sin duda, por el amplio respaldo ciudadano, pero también porque sus propios integrantes han tenido el valor de defenderlo. Esto está a punto de cambiar. Pronto, el Congreso designará a cuatro nuevos consejeros electorales, la mayoría, y sin duda su nueva presidenta, alfiles de Palacio Nacional. El golpe final a nuestra democracia no será mediante un espectacular pronunciamiento militar ni nada similar; será algo más sutil, desde adentro. Las democracias mueren no cuando los autoritarios se imponen, sino cuando los demócratas nos rendimos.

Este 3 de abril el INE cierra una era. Creo que pasará mucho tiempo para que en México volvamos a ver servidores públicos de la talla de Córdoba o Murayama. Mientras tanto, tendremos que seremos los ciudadanos quienes tenemos la obligación de mantener viva la posibilidad de seguir siendo una democracia. No podemos dejar esa tarea crítica únicamente a quienes desde la oposición partidista están dando la batalla, tendremos que hacerlo nosotros mismos.

Guillermo Lerdo de Tejada Servitje

(@GuillermoLerdo)

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