TRES EN RAYA

Edmundo Jacobo, por la puerta grande

Quien fuera secretario ejecutivo del órgano electoral durante 14 años, deja el cargo como una muestra de dignidad y de respeto a su persona y a la institución

OPINIÓN

·
Verónica Malo Guzmán / Tres en Raya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Edmundo Jacobo renunció al INE. De una manera sorpresiva para muchos, quien fuera secretario ejecutivo del órgano electoral durante 14 años, deja el cargo como una muestra de dignidad y de respeto hacia su persona y hacia una de las instituciones más nobles y leales a la ciudadanía mexicana.

El hoy exsecretario del Instituto Nacional Electoral en tiempos recientes se vio forzado a enfrentar al sistema; y de forma sobria y elegante hizo ver el martes que sí hay una nueva mafia en el poder, que se llama la Cuarta Transformación, y que esta no hace nada para detener su odio cuando no puede alcanzar por la vía constitucional y legal lo que se ha trazado.

Con él, el régimen lopezobradorista se ensañó de una manera pocas veces vista. Uno de los artículos transitorios (el doce) de la reforma a las leyes secundarias que conforman el denominado “plan B” incluyó una dedicatoria hacia su persona. Vamos, la 4T tuvo un gesto notoriamente antidemocrático y violatorio de las garantías individuales al ir en contra de lo que marca el derecho en nuestro país: que se le removiera de su cargo con efecto inmediato al día siguiente de la publicación en el Diario Oficial de la Federación de la reforma legislativa.

Y sí, hace apenas unos días Edmundo Jacobo se vio obligado a abandonar el INE de manera inmediata. Luego, sin plantón ni movilización de por medio, Jacobo nos ofreció una lección de civilidad: tomó sus cosas y acudió a las vías legales para demostrar la violación de sus derechos humanos.

Y ante lo flagrante de la ilegalidad, el Judicial le dio la razón. El secretario técnico volvió al INE a realizar su trabajo, igual que lo ha venido haciendo desde el 2008. Pero se reanudó la ofensiva de López Obrador, quien lo llamó “Porfirito” en clara alusión a Porfirio Díaz y la mentira de que había laborado en el INE más de 30 años. Edmundo Jacobo guardó silencio.

Para callar bocas aguardó unos cuantos días, pero el 28 de marzo —hace dos días— presentó su renuncia con carácter de irrevocable. Y con ella, vienen más lecciones que vale la pena hacer notar:

a) Mostró que su regreso al INE no era para eternizarse en el poder; su remoción había sido, después de todo, inconstitucional.

b) Dejó abierta la que era su plaza para que la próxima presidenta del INE (en teoría junto con los otros consejeros electorales) pueda designar a un nuevo secretario y no digan que les dejaron “una imposición” (¿darles el gusto de que lo corrieran nuevamente?, obviamente no).

c) Al renunciar permite también que el INE no sufra debates internos estériles que sólo fragmentarían a la que será una muy enclenque institución a partir de este mes de abril.

d) El secretario ejecutivo hizo evidente que el diseño institucional del INE ha sido roto por Morena, con la imposición de la nueva reforma electoral. “La notoriedad que sin buscarla he adquirido constituye un impedimento, desde mi punto de vista, para continuar desempeñando con discreción las actividades de la Secretaría Ejecutiva”, apuntó Jacobo.

Él nos ha dado una clase de dignidad y de respeto a las leyes, mismo a sabiendas de que viene una fuerte persecución política en su contra (igual que le ocurrirá a Lorenzo Córdova, a Ciro Murayama, y a todo quien no tenga la protección de su cargo y haya osado enfrentar las ilegalidades propuestas desde la Presidencia de la República). Por lo pronto, el líder de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados, Ignacio Mier, ya sentenció: “Hay muchas cosas ahí pendientes. Se requiere una revisión puntual de todos los capítulos del gasto, de cómo se ejercieron los recursos del fideicomiso que tenían total opacidad y nula transparencia, así como de las liquidaciones y de la duplicidad de funciones. Se debe hacer una revisión puntual del informe de resultados de todas las auditorías“.

Jacobo deja un legado de honradez y eficiencia; “la vara alta” —escribió Lorenzo Córdova en su cuenta de Twitter— para quien le siga en el cargo. Desenmascaró la persecución que la Cuarta Transformación hace de los funcionarios públicos que se deben a la ciudadanía y no al gobernante en turno, y a las instituciones autónomas que son garantes del cumplimiento de la ley.

La renuncia de Edmundo Jacobo es una cachetada con guante blanco para todos aquellos que le denostaron injustamente. Es una clase de dignidad de uno de los mejores funcionarios públicos que ha tenido el país. Ojalá su ejemplo y probidad sean razón para que los próximos servidores traten de imitar su actuar. Lo dudo.

 

POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM
@MALOGUZMANVERO

LSN