COLUMNA INVITADA

Nunik Sauret: “Contemplación silente”

Dejos poéticos que a partir de unos cuantos elementos integran una estrategia de honda transmisión expresiva. Alucinaciones que fatigan el color, extenuándolo, asfixiándolo

OPINIÓN

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Luis Ignacio Sáinz / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Nunik Sauret es una mujer de papel. Si uno se detiene a mirarla con atención puede identificar la urdimbre y la trama de su rostro; y sus mismos gestos revelan los juegos de las fibras que intersectadas convidan folios y pliegos. Ha terminado por ser su cronista. Nadie conoce como ella los secretos de ese soporte. Tras entregarse sin reservas al conocimiento del quehacer gráfico y sus modalidades de estampado, adquirió la rara habilidad de vertebrar constelaciones de sentido que evitan sucumbir a las narrativas: los entes de su imaginación, contemplativos, se hunden en la belleza del silencio, y a pesar de que nada predican nos cautivan en su condición furtiva.  

Dejos poéticos que a partir de unos cuantos elementos integran una estrategia de honda transmisión expresiva. Alucinaciones que fatigan el color, extenuándolo, asfixiándolo. Y al paso del tiempo sus esgrafiados desnudan su espíritu. Yacemos en los escombros luminosos de una felicidad remota... A eso le llamamos perfección, distracción profunda que se hunde en el limbo de la conciencia y la memoria. Mínima numeralia: presente en 55 bienales, 26 museos, universidades e instituciones culturales atesoran sus obras, 160 exposiciones individuales y más de 500 colectivas, en México y en el extranjero, han visibilizado uno de nuestros grandes tesoros artísticos.  

Nunik Sauret decidió vivir sumergida en las tintas y las texturas de las estampas. Asumió pues, su condición de ser de papel, incursionando a ratos en otros soportes, incluso yesos, o sobrias celdas de acrílico. Es en sí misma un pliego infinito, delicado y resistente, que incorpora los azares de la realidad con sus ires y venires.  

Esta artista de lo imposible se mueve como pez en el agua en semejante territorio, siendo capaz de lograr transparencias sutilísimas, veladuras que contienen y revelan el asombro de sus trazos, sorpresas contenidas y reflejadas en sus manchas, genuinas cajas de Petri donde se cultivan bacterias y microorganismos que convertidos en insólitas vacunas nos salvarán el aliento. Los moradores de tales máculas lúteas transmiten la belleza de lo visible y la armonía de lo invisible. Son tao, equilibrio perfecto, origen de lo existente.  

Mujer síntesis, todo lo absorbe, no desperdicia materiales, imágenes, sensaciones o ideas. A grado tal es espejo de la otredad, protectora del asombro que le suscita lo extraño que devino una orientalista a la mexicana. En su discurso de ingreso a la Academia de las Artes en 2016 brindó testimonio de con quienes se formó en la estampación japonesa:  

“El primero fue Keisei Kobayashi, con quien retomé la línea del dibujo a través del trabajo con buril sobre una placa de madera de boj, que es muy dura y por ello las líneas resultan tan finas, igual que en los trazos de la gráfica de Durero. Por otra parte, el resultado de la estampación en el papel gampi me daba la posibilidad de manejarlo en forma positiva o negativa. Con Iwakiri Yuko, el segundo de estos maestros, la enseñanza fue el Moku hanga. Poco después, aprendí la técnica del Mokurito con Kuniko Satake, que es la técnica asiática que fusiona la xilografía japonesa y la litografía occidental; y después con el Maestro Tatsuma Watanabe conocí el Corograf, que es la impresión en yeso”. 

Nunik Sauret nos convida las posibilidades infinitas de su estética, fundada en los esponsales del conocimiento y el placer, en su más reciente muestra en la Galería Ramón Alva de la Canal de la Universidad Veracruzana en Xalapa, a cargo del talentoso Salvador Pérez Garci, que antes dirigiera con singular tino el Museo Nacional de la Estampa en la Ciudad de México.   

POR LUIS IGNACIO SÁINZ

COLABORADOR

SAINZCHAVEZL@GMAIL.COM

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