LA ENCERRONA

El pulso de las calles

Ahora bien, en el país que obsequió al mundo la bandera de la Libertad, Igualdad y Fraternidad y la cuna de la República, las calles han sido el foro democrático ideal por tres semanas consecutivas

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“Como el proceso de censura parlamentaria no ha funcionado, es hora de pasar a la censura popular”. Jean-Luc Mélenchon

Las manifestaciones sociales es una herramienta utilizada desde la Grecia antigua. Este es un brote legítimo surgido desde las entrañas de las calles para reclamar alguna de las decisiones de las autoridades en turno, ya sea gremiales o, en su conjunto, de toda la ciudadanía. En la capital de nuestro país estamos muy acostumbrados a esta herramienta democrática, hay marchas por todo, o por casi todo (lo mismo pasa en las ciudades, a nivel internacional, que contienen a los Poderes), algunas veces tienen éxito y las demandas de los manifestantes son cumplidas.

Alejando un momento la lupa de nuestra latitud, mexicana y latinoamericana, donde algunas de las marchas para algunos han perdido tal legitimidad social, volteemos a ver lo que está sucediendo en estos momentos en Israel que, gracias a las protesta masivas en las ciudades más importantes del país y tras paralizar puertos marítimos y aéreos, han conseguido que Benjamín Netanyahu aplace su polémica reforma judicial. Asimismo, en Alemania se dio una huelga multitudinaria ha detenido a todo el transporte del país teutón después de que el sindicato de transportistas le ha solicitado a su gobierno un incremento en su percepción salarial para hacer frente a la inflación.

Ahora bien, en el país que obsequió al mundo la bandera de la Libertad, Igualdad y Fraternidad y la cuna de la República, las calles han sido el foro democrático ideal por tres semanas consecutivas. Las y los franceses han tomado por asalto las avenidas y plazas públicas para exigirle al presidente Emmanuel Macron que retire su propuesta de elevar la edad de jubilación de 62 a 64 años. Propuesta que hizo reaccionar a los principales sindicatos, pero también a la sociedad. Hemos observado a líderes sindicales tomar el megáfono, así como a jóvenes, adultos ya jubilados, señoras y niños para reclamar lo que llaman “una cuestión de libertad”.

Para Macron no es extraño tener esta masividad en las calles debido a una protesta, recordemos el movimiento de los Chalecos Amarillos por el alza en el precio de los combustibles o en 2019 cuando intentó reformar el sistema de pensiones para homologarlo y “darle orden”, manifestaciones que solo pudo disipar el arrivo de la pandemia. En aquella ocasión, el presidente solo intentó fusionar 42 programas pensionarios, pero no incrementar la edad de los trabajadores. Es decir, la reforma actual es mucho más polémica, puesto que no solo se trata de una cuestión administrativa, esta va directamente en contra de la ideología francesa y por ello su respuesta ha sido férrea y lo seguirá siendo hasta hacer desistir la propuesta del gobierno.

La oposición ya planea medidas en contra de la reforma de Macron, tales como impugnaciones por la vía de la Constitución o mociones de censura, sin embargo aún no existe resolución alguna que haga cambiar de opinión al “presidente de los ricos” como se le ha mencionado en los últimos días. Ante esto, el líder de la izquierda, Melenchon, ha mencionado que lo que no suceda en el parlamento, sucederá en las calles, aludiendo a que el presidente deberá escuchar al clamor popular y echar para atrás una reforma (necesaria pero no urgente) que, gracias a la calle, no pasará.

POR ADRIANA SARUR

COLABORADORA

ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM / @ASARUR

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