POLÍTICA PARA A´MAR

¿Permanecer como pueblo o ser ciudadanos?

Aún no tenemos que asumir un compromiso. Por ahora podemos, simplemente, disfrutarlo

OPINIÓN

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Marlene Mizrahi / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Así como sucede cuando conocemos a una persona que nos gusta y nos reencontramos con ella quince días más tarde: sentimos una emoción única, un entusiasmo que se mezcla con ilusión, expectativas y, claro, algo de ansiedad.

Justamente han pasado dos semanas desde nuestro encuentro inicial con la política mexicana. Estar aquí hace que demos cuenta de que nuestra curiosidad sigue despierta, que hay una afinidad que se da solo con ciertos particulares y, a lo mejor, que sentimos algo de atracción.

Como reconocimos al inicio, entre todas las emociones, está la ansiedad. Si realizamos un examen de consciencia, damos cuenta de que ésta aparece por la mezcla de un miedo, una preocupación y una confusión. Respectivamente, tenemos miedo a ser defraudados por nuestro propio ideal que nos dice: “¡esta vez sí va a funcionar!”. Por su parte, sentimos preocupación al recordar que, por ser democrática, la política mexicana nos necesita y, tal como sucede en los romances, vincularnos con ella implica vulnerabilidad de ambas partes – y no queremos ser la parte tóxica –. Finalmente, estamos confundidos porque, aunque nos sentimos privilegiados al tener un poder único como pueblo; aún no optamos por el deber que nos convertiría en personas ciudadanas.

Y, si, de la misma forma que uno pasa de salir con alguien a tener un noviazgo, al participar en los asuntos del país, transitaríamos de pueblo a ciudadanos. A saber, somos pueblo mexicano porque compartimos con nuestros paisanos un mismo territorio, cultura e historia. Por otro lado, reconocernos como ciudadanos implica una referencia a nuestra condición política, esto es: a los derechos y deberes que tenemos por pertenecer a un país democrático; principalmente el voto, la libertad de expresión y la igualdad ante la ley. Claro que la ansiedad es efecto de las responsabilidades (¡auch!).

El enredo tiene que ver con que, al mismo tiempo, nos genera ilusión involucrarnos con algo que podría mejorar nuestras vidas y la de las personas a nuestro alrededor. Nos lleva a creer que, si somos activos en la política mexicana, algo podemos hacer para proteger esos derechos y libertades. Esta esperanza es un indicador de que nos abrimos al enamoramiento, que estamos accediendo a participar y opinar más allá del voto.

Entonces, como el primer paso antes de tomar cualquier decisión es conocer y entender, en este espacio que grita que, por favor, elijamos ser ciudadanos en lugar de pueblo, se estará informando sobre los asuntos principales de la política de México. Se facilitará el paso de uno al otro.

Tenemos una gran ventaja: aún no tenemos que permear nuestra vulnerabilidad, ni asumir un compromiso. Por ahora podemos, simplemente, disfrutarlo.

 

Por Marlene Mizrahi

COLABORADORA

@marlenemizrahi

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