MALOS MODOS

Detrás del Velo: Sobreviviendo a la iglesia La Luz del Mundo

Pululan las series acerca de sectas de toda índole, incluidas tres que implican a México

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Pululan las series acerca de sectas de toda índole, incluidas tres que implican a México: Seduced y The Vow, sobre Keith Raniere y NXIVM, y la más reciente Tras el velo, sobre La Luz del Mundo. ¿Aportaciones rompedoras a la historia del cine o la TV, o como se llame ahora ese lugar donde hay series? Ninguna. Pero son trabajos correctos y, antes que nada, documentos valiosos por muchas razones, una de las cuales es dejar pruebas de la red de conexiones entre esos submundos y el de la política nacional. 

Raniere, sabemos, fue muy hábil para reclutar adeptos entre los ricos y poderosos, que dejaron muchos dineros en las arcas del hombre que marcaba a las mujeres a fuego, literalmente. Conocía a su clientela, cómo no. Igual que la conocen los líderes de La Luz del Mundo, cuya gran cantidad de seguidores proviene en cambio de los estratos pobres. El resultado de los esfuerzos de uno y otros, sin embargo, es muy parecido: gigantescas fortunas personales; fuertes conexiones, decíamos, con la política, incluidos varios personajes eminentes del morenismo, pero también de otros partidos; y la cárcel por, entre otros motivos, el abuso sexual de niños y niñas. 

Tras el velo pone en muy mal lugar a los que, a últimas fechas, han intentado quitarle hierro a las cercanías del transformacionismo con esta secta. Porque es una secta, y no hace falta ser un experto para identificar las diferencias elementales entre las sectas y las religiones. Por supuesto, el catolicismo, el cristianismo, el judaísmo o cualquier otra religión puede y hasta suele incluir en sus filas a criminales de distinta naturaleza, caso de los muchos sacerdotes acusados de abusar de niñas y niños.

A fin de cuentas, las religiones son universos amplios y complejos en los que caben sujetos con calidades muy dispares. Las sectas son otra cosa: están construidas en torno a, y en función de, el abuso. Del robo a los seguidores, de la explotación sexual, de la violación de niños. Son monolíticamente aberrantes. No hay tonos de gris, no hay luces y sombras. Todo es negro. 

Pueden comprobarlo en Detrás del velo, tres episodios que narran el juicio en los Estados Unidos contra el líder de la agrupación, Naasón Joaquín García, hoy encarcelado, y ponen la cámara frente a algunas de sus víctimas, que dan testimonio de los horrores que ocurrían en las camarillas de ese mundo que, hay que insistir, es, siempre, el de las sectas. La conclusión es inapelable.

Cuestionar a un diputado que ha defendido explícitamente al líder del culto, como hizo Ciro Murayama, no es un acto de discriminación, como no lo es el hecho de levantar la voz contra la presencia de los cabecillas sectarios en el Palacio de Bellas Artes. Hacerlo no significa victimizar a los seguidores del culto. Al contrario: implica abogar por ellos. De eso se trata. 

POR JULIO PATÁN 

COLABORADOR

@JULIOPATAN09 

MAAZ