Hebert Axel González disfrutaba de jugar al teatro. Era un juego en serio, con sus reglas y formalidades, pero también con libertades para expresar y desarrollar personajes; pero a fin de cuentas de lo que se trataba era de crear universos habitables en los que, como cuando niños, se creía sin cortapisa en el carácter mágico de un objeto o tener como cierta la sensación de volar, en fin, el poder de la imaginación.
Fue un director irreverente de teatro, inició su carrera con El Atentado, de Jorge Ibargüengoitia; y su última obra fue Ramón y Cornelio, de Luis Humberto Crosthwaite. Y digo la última, porque el director de escena falleció el 19 de abril de 2020, dejando un vacío profundo en el ejercicio del teatro y la vida artística de Tijuana en general.
Nació en 1960, en Tijuana, Baja California. Su talento actoral lo hizo resaltar entre los miembros de su generación, pero además era un director nato, y a los 20 años de edad inició su trayecto en esa vocación.
Dirigió al menos 30 obras de teatro, entre las que se encuentran: La campesinela, ¡A improjuanear se ha dicho!, La mandrágora, Rebelión, ¿Alguien dijo dragón?, ¿Qué pasó con Shuachenáger?, Regreso insólito, Los monstruos, los feos y la barrida, y Octubre terminó hace mucho tiempo, entre otras; varias de las que él fue también el autor.
Pero de todo esto tratará el documental “Hebert Axel: vida y pasiones de un teatro norteño”, dirigido por el escritor y novelista Luis Humberto Crosthwaite, que se estrenará en la Sala Carlos Monsiváis del Centro Cultural Tijuana, el 28 de marzo, a las 20 horas.
Producido por Carlos Corro, actor y pareja de vida de Axel González, el documental rinde homenaje a uno de los teatreros más importantes de Tijuana, creador de dos compañías teatrales, y pionero en la creación de infraestructura para la profesionalización del teatro en la ciudad que le vio nacer.
Como ejemplo un botón. Fue Axel quien limpió y acondicionó el sótano de la Casa de Cultura de Tijuana para que fuera ocupado como escenario y sede de la Compañía del Sótano, que fundó en 1994, con el estreno de Siempre dije que no, de su autoría. Espacio que fue cerrado por la incomprensión de una administración ignorante de la importancia de aquel espacio escénico en la tradición e identidad teatral de Tijuana.
A Hebert Axel le conocimos en la XXV Muestra Nacional de Teatro, realizada en Tijuana. Ya era un sólido profesional escénico y un referente del teatro del noreste; comprometido con su quehacer y apasionado a la hora de ejercer lo que más amó y también lo que dejaría como patrimonio para las generaciones actuales y venideras.
El documental que dirige Luis Humberto Crosthwaite seguramente hará justicia al replantear la importancia de Hebert Axel González en la historia del teatro de Tijuana, del noreste y del país. Buscará retratar al creador en todas sus facetas, incluidas, seguramente aquellas que ejerció desde la política para favorecer al teatro y a la vida artística de la ciudad que le dio identidad para hacer su trabajo creativo.
No cabe duda que aún queda mucho por hacer. La investigación del patrimonio artístico dejado por Hebert Axel, su valoración y el lugar que debe ocupar en la historia del arte mexicano, así como el reconocimiento de la comunidad que lo extraña y pide que el Teatro de la Casa de Cultura de Tijuana lleve el nombre del creador escénico.
Esperemos que la sensibilidad de las autoridades actuales sea suficiente para entender la importancia de Hebert Axel González para la vida artística y cultural de Tijuana; y que darle su nombre al teatro de la Casa de la Cultura de aquella ciudad significa honrar a uno de sus artistas más ilustres. Honor a quien honor merece.
POR JUAN HERNÁNDEZ
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