COLUMNA INVITADA

“Se perdona el pecado … no el escándalo”

En este espacio hemos analizado a detalle los errores y tropezones de la UNAM y el rector Enrique Graue desde el punto de vista de la comunicación, por obligación profesional es tiempo de hacerlo con este segundo caso y el rector Cipriano Sánchez

OPINIÓN

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Óscar Sandoval / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Líderes con Valor y de acción positiva, formación integral de las personas, genuina conciencia social y excelencia académica son algunos de los atributos que la Universidad Anáhuac ofrece a sus estudiantes y a los padres y/o alumnos que invierten en su educación. Ninguno acorde con la forma a la que ha reaccionado a la “falta de comillas” en la tesis de la ministra Esquivel.

En este espacio hemos analizado a detalle los errores y tropezones de la UNAM y el rector Enrique Graue desde el punto de vista de la comunicación, por obligación profesional es tiempo de hacerlo con este segundo caso y el rector Cipriano Sánchez. La razón, ambas erosionan la institucionalidad del país, títulos universitarios, la vida académica e indirectamente promocionan actitudes irresponsables del alumnado.

Seis son las cosas que observar del manejo de crisis de la casa de estudios que a través de un comunicado de prensa se convirtió en la universidad “fifi” que evita que se despeine la #4T. No, no se trata de condenar o de castigar lo que pudo o no haber sucedido, se trata de procesos transparentes que prioricen la verdad basada en hechos. 

Primero, durante años la Universidad Anáhuac ha luchado contra la reputación de ser “barco” y de que solo hace falta pagar para obtener un título. El comunicado va en contra de esos esfuerzos y ratifica que con dinero y poder se logra. Así de simple. 

Segundo, en comunicación estratégica es común que se priorice la reacción rápida sobre la estratégica. La Universidad y sus estrategas – si es que los tuvo- seguramente apostaron al olvido porque siempre hay una nota o escándalo que desdibuje a la anterior. Previsiblemente también consideraron que, si superaron el caso Maciel, superarían rápidamente esta. 

Tal vez es así, los mexicanos hemos demostrado ser permisivos, pero pasaron de largo que en este caso las víctimas son cada uno de sus estudiantes y profesores, pasados y presentes. También de los padres de familia que confían que como parte de la educación se transmitan ciertos valores. Hoy, el que único que transmitieron es aquel que dicta que el poder usado para beneficio personal pesa más. La corrupción tiene muchas caras. 

Tercero, la vida académica se caracteriza por tomar decisiones en órganos colegiados en los que se delibera y analiza a detalle el caso. Lo digo de cierto, he tenido el honor de ser parte de uno de ellos. Incluso discutido sobre casos de personajes públicos y de poder; nada de ello tuvo peso sobre lo trascendente: la academia y el esfuerzo de miles de estudiantes. 

Posible pero poco creíble que el caso haya sido analizado por un órgano académico colegiado o que incluso los indiciados como culpables, los sinodales y el revisor de tesis fueron dejados solos con su “leal saber” y no hemos escuchado su postura. 

Cuarto, en la oferta académica “la Anáhuac” ofrece estudios en derecho, administración pública y gobierno y comunicación. El caso reprueba a la Universidad en todas esas materias. 

Quinto, grupos de estudiantes han expresado su inconformidad desde los espacios públicos, ¿alguien dentro de la escuela está escuchando a sus “clientes”?

Sexto, el hecho también toca al mundo empresarial mexicano que, de acuerdo con información de su página de internet tiene un 23% de los presidentes de las compañías que cotizan en la BMV son “egresados Anáhuac”. ¿Ninguno de esos líderes se va a manifestar en contra de la actuación su alma mater? 

Y así, una vez más, México omiso frente a nuestros propios errores y creyendo que dejar pasar no tiene impactos. Les tengo noticias, los tiene y no solo estamos frente a una generación que estudio a distancia, sino a la que, además, se le enseña que copiar o cometer errores académicos básicos no tiene consecuencias. Ahí la corrupción del futuro. 

 

POR ÓSCAR SANDOVAL SAENZ
CONSULTOR, SOCIO DE 27 PIVOT
OSANDOVALSAENZ@27PIVOT.COM
@OSANDOVALSAENZ 

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