CASCABEL AL GATO

La estrategia ciudadana de la oposición: límites y alcances

Si bien en la superficie la movilización se presentó como “ciudadana” y “apartidista”, es evidente que los elencos opositores se empeñaron en convocar, organizar y trasladar a grandes contingentes de simpatizantes. Las distintas organizaciones ciudadanas que actúan como satélites de “Va por México”

OPINIÓN

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Adrián Velázquez Ramírez / Cascabel al Gato / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La movilización del pasado domingo nos plantea varios interrogantes. Más nutrida que en su primera versión, la convocatoria conseguida entusiasma a la oposición. Y no es para menos:  con las encuestas del Estado de México marcando como clara favorita a la candidata de Morena y la condena de García Luna en Nueva York, tanto el PRI como el PAN necesitaban un tema que les permitiera salir del atolladero. 

Hace unos meses trascendió un documento en el que se le recomienda a la oposición trabajar para que el abstencionismo se convierta en votos a favor. Para ello se indica una estrategia de movilización ciudadana que canalice al sector “apartidista” a las urnas. En una reciente columna, Felipe Calderón también abona a esta postura, exigiendo a la coalición “abrirse a la ciudadanía”. La defensa del INE ofreció un buen pretexto para ensayar esta estrategia. 

Si bien en la superficie la movilización se presentó como “ciudadana” y “apartidista”, es evidente que los elencos opositores se empeñaron en convocar, organizar y trasladar a grandes contingentes de simpatizantes. Las distintas organizaciones ciudadanas que actúan como satélites de “Va por México” funcionaron como pata operativa para tal fin. 

¿Esto quiere decir que todos los que asistieron son militantes o simpatizantes de la oposición? Por supuesto que no. Se trata de formar una masa crítica que haga atractiva la participación de ese electorado de identidad partidista laxa. El entusiasmo convoca y así lo demostró la marcha del domingo. 

Una primera serie de preguntas tienen que ver con los alcances y límites de esta estrategia. ¿La oposición podrá capitalizar esta movilización cuando pida cambiar el rosa ciudadano por el rojo y azul de los partidos que integran “Va por México”? Aquí el riesgo es que el desprestigio en el que han caído tanto el PRI y el PAN diluya los efectos electorales que pudiera tener la marcha. 

Otro debate interesante es sobre la composición social y política de los que se movilizaron. No pocas voces interpretan que el descontento de las clases medias y urbanas es el combustible que alimentó la nutrida convocatoria. Por el contrario, otros análisis señalan que se trata de un núcleo duro opositor impermeable a cualquier cosa que pueda ofrecer el gobierno de López Obrador. ¿La asistencia conseguida indica un techo o un piso del voto opositor?

El propio López Obrador ha calculado que este núcleo duro ronda los 25 millones de personas, es decir, poco más de un 25% del padrón electoral. La disputa política es clara. Mientras que el oficialismo se enfocará en aislar a ese núcleo duro identificándolo con los actores políticos del pasado, la oposición intentará volverlo el centro de gravedad que permita atraer a más votantes. 

Mal haría el oficialismo en minimizar el poder de convocatoria de la estrategia ciudadana de la oposición. Sin duda, la movilización del domingo marca un cambio de escenario. La oposición naufragaba en la estela de su propio pasado y ahora ambiciona liderar y representar una base social visible. Para limitar sus efectos, será necesario no sólo aislarla, sino trabajar para convencer a esas clases medias que todavía se resisten a votar al PRI y al PAN. 

 

POR ADRIÁN VELÁZQUEZ RAMÍREZ

COLABORADOR

@ADRIANVR7

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