CASCABEL AL GATO

El 18 de marzo y el hilo rojo de Cárdenas

Cabe recordar en este sentido al Movimiento de Liberación Nacional (MLN) fundado en 1961 y presidido por un Cárdenas de 66 años

OPINIÓN

·
Adrián Velázquez Ramírez / Cascabel al Gato / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El próximo sábado se realizará en la Ciudad de México una movilización convocada por el presidente López Obrador para conmemorar un aniversario más de la expropiación petrolera. A nadie se le escapa que la marcha es una respuesta a la nutrida convocatoria que la oposición logró el pasado 26 de febrero. Sin embargo, la decisión de aprovechar tan emblemática fecha para este fin es parte del mensaje y merece una reflexión.

El cardenismo marcó profundamente la política mexicana del siglo XX. No sólo porque su gobierno plasmó como ningún otro las demandas y principios de la revolución, sino porque en los años posteriores Lázaro Cárdenas se convirtió en el santo y seña de una izquierda nacionalista que buscaba darse una identidad propia.    

Cabe recordar en este sentido al Movimiento de Liberación Nacional (MLN) fundado en 1961 y presidido por un Cárdenas de 66 años. La organización se presentaba como prenda de unidad de la izquierda y buscó nuclear a liderazgos políticos y sociales. Estudiantes, campesinos, sindicalistas y demás fuerzas progresistas buscaban una representación que ya no encontraban en el partido oficial, mismo que por esos años se encontraba ya en una lenta pero imparable crisis de legitimidad frente a estos sectores.

El cardenismo se volvió así en una especie de subtexto en la búsqueda por conformar una expresión de izquierda. La irrupción del Frente Democrático Nacional bajo el liderazgo de Cuauhtémoc Cárdenas y la posterior creación del PRD con el registro del Partido Mexicano Socialista no se puede entender sin la pervivencia de esta identidad.

Este vínculo entre la figura de Cárdenas y la izquierda nacionalista están lejos de ser producto de una confusión. Cabe recordar aquí que el propio Cárdenas definía su proyecto presidencial como un “socialismo a la mexicana”, equidistante tanto del liberalismo como de la experiencia soviética cuyo estatismo consideraba extraño a la idiosincrasia del pueblo mexicano. 

Este hilo rojo conecta al movimiento que lidera López Obrador con la convulsa historia de la izquierda nacional, misma que nunca ha logrado darse una identidad estable y reconocible. ¿Será el obradorismo un nombre más en esta larga secuencia o un punto de llegada definitivo? Preguntas para el futuro y tarea para los hombres y mujeres que construyen día a día este movimiento.

POR ADRIÁN VELÁZQUEZ RAMÍREZ

COLABORADOR

@ADRIANVR7

PAL