COLUMNA INVITADA

La necesidad de la crítica: ser en el otro

Quizá en exclusiva “el cara a cara” con los demás nos haga sentir todo el peso de la realidad

OPINIÓN

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Luis Ignacio Sáinz / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Somos una sociedad cerrada, incapaz de administrar las diferencias entre los sectores que la componen, que en caso de lograrse podría establecer un diálogo donde las falsas opciones de los extremismos se diluyeran. Sólo así estaremos en posibilidad de cohabitar primero y crecer en armonía después. Los sujetos en comunidad y sociedad ni son ni se pretenden iguales, se saben complementarios, y si no lo asumen como tal es que viven enclaustrados en inútiles espejismos; este acerto deviene crucial para trascender la arbitrariedad de los radicalismos. Sentar los reales de una unidad de lo diverso, enriquecida por dicha complejidad. 

La crítica es el remedio eficaz para hacer de nuestra realidad una abierta por elección consciente en el ejercicio de la voluntad, entendida en calidad de “razón práctica”. Raymond Aron concluía con un cierto pesimismo responsable su introducción al pensamiento de Max Weber: “Porque la ciencia es limitada, el porvenir imprevisible y los valores a corto plazo contradictorios, las elecciones a las que efectivamente está condenado el hombre histórico no son demostrables”. ¡Qué panorama tan desolador! Empero, justo allí en ese nido de problemas yacen las oportunidades, esperando el tiempo oportuno para revelarse. 

Sin desconocer que la política como acción es sinónimo de conflicto, sólo la palabra que es puente salvífico entre visiones y convicciones opuestas y hasta enfrentadas, las puede suavizar alentando su superación. No se nos olvide que todos somos “otro”, por eso el encuentro de subjetividades, el diálogo sustante, resulta nuestra única garantía de ser existencia en plenitud, reconociéndole este mismo destino a los demás. No reducir la idea al recuerdo, sino el recuerdo a la idea, pues la memoria vive siempre alterada, mutando su contenido e intención. 

El contexto y la circunstancia adquieren un sentido gracias al ser humano, pero el ser humano no posee enteramente sentido. Se precipitan en avalancha las sorpresas cuando el sujeto y la confluencia colectiva moldean, sabiéndolo o no, el escenario de nuestra existencia. Participar en el ser es pensarlo o comprenderlo. La irrealidad del mundo de las apariencias, como sostenía Jorge Luis Borges. Aceptar el hecho de ser potencialmente seducidos por alteridades significantes. Quizá en exclusiva “el cara a cara” con los demás nos haga sentir todo el peso de la realidad, y que sin soñar en laberintos sepamos que nuestra esencia es el deseo. 

Para Emmanuel Levinas: “Lo que cuenta es la idea del desbordamiento del pensamiento objetivante por una experiencia olvidada de la cual vive”. Reconciliarnos deviene fundamental en el empeño por hacer de la realidad un espacio habitable, remontarnos al origen, aunque sea figurado, a ese instante en el que todavía no estábamos divorciados,  para desde ese singular punto de partida postular un destino en común. Privilegiar a los otros seres, cuyas miradas y voces nos crean desde la dimensión simbólica y metafórica, convidándonos intención y sentido, inaugurando de tal suerte “lo común”. 

No somos “el naipe del tahúr” , tampoco “el rostro del suicida en el espejo”, acaso “las formas de la nube en el desierto”... ¿Son las intenciones fundamentos y causas del obrar? O, con Vilfredo Pareto, ¿somos manejados por “residuos y derivaciones de instintos”? Al tiempo...

POR LUIS IGNACIO SÁINZ
COLABORADOR

SAINZCHAVEZL@GMAIL.COM

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