Se ha anunciado, por fin, el formato oficial para la Copa del Mundo de 2026, en la que México será una de las sedes. Se había manifestado, en primera instancia cuando se dijo que serían 48 equipos, en vez de los 32 que a mi parecer dejaban un formato bastante coherente, que serían 17 grupos de tres, y que solamente sería un eliminado por cada uno. Con estas medidas ya se vaticinaba una primera fase prácticamente inservible y con pocas emociones, porque habrían únicamente dos choques para dar paso a los dieciseisavos de final.
Después, se rumoró que, en vez de lo inicialmente propuesto, se hicieran 16 sectores de 3 y que sólo avanzaran los primeros lugares de cada uno, para dar un total de 16, de modo que así se construyeran los octavos de final, lo que sin duda creo sí hubiera añadido una dosis extra de emoción a esta etapa.
Sin embargo, si la FIFA ha consentido la multipropiedad de los equipos en México, ha avalado sin sancionar la desaparición del descenso, sanciona un grito homofóbico, pero hace eventos en países ultra conservadores que denostan las relaciones entre personas del mismo sexo ¿por qué no pensar que su incongruencia anticompetitiva se hiciera parte de la máxima justa balompédica?
En el certamen local, el puesto 12 de 18 puede pelear por un título. Solo un tercio de las escuadras puede quedarse fuera de tal posibilidad, lo que nos ha otorgado partidos soporíferos y equipos que navegan en la eterna medianía sin aportarle nada al circuito.
En los Mundiales, si con 32 vivíamos algunos compromisos en la fase inicial que dejaban mucho que desear, imagínese ahora con 48. En cierta parte me gusta que la FIFA haya ampliado el rango de equipos con la idea romántica de la inclusión de más equipos por, precisamente, tratarse de un Mundial, pero si criticábamos la etapa de reclasificación de nuestro futbol, se ha hecho exactamente lo mismo.
El formato es deleznable porque de 48 clasificados, vamos a tener 32 en la siguiente instancia. Dos tercios de los participantes podrán pelear por el campeonato. Pasarán todos los primeros y segundos lugares, además de los ocho mejores terceros, diluyendo totalmente la emoción e incitando al relajamiento y a la posibilidad de poderse equivocar mucho y aún así pasar.
En fin, para mí debía haber un balance entre la idea inclusiva de más selecciones, y evitar en la medida de lo posible la mediocridad dentro del certamen, pero parece que no será así. De 64 partidos tendremos 104 y algunos de deleznable manufactura. Veremos si sale algo positivo. Pero diría José José. Lo dudo. Ah… bueno. Tendremos más juegos en México, aunque alguno probablemente sea Trinidad y Tobago contra Bahréin. Es lo que hay.
POR JOSÉ EDUARDO IGA
TITULAR DE ARREBATO DEPORTIVO EN EL HERALDO RADIO TORREÓN
@JOSE_IGA
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