COLUMNA INVITADA

El sapo iscariote y ladrón en la silla del juez, repartiendo castigos y premios

En el tortuguismo judicial se avanza liberando a delincuentes, descongelando cuentas bancarias de reos; amparando a exgobernadores mafiosos, y solapando la impunidad so pretexto de “corregirle la plana” a la fiscalía

OPINIÓN

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Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Fragmento del poema “Pero ya no hay locos” de León Felipe, me lleva alegóricamente a nuestro poder judicial, cuyas notas características son la corrupción, ineficiencia, dependencia, opacidad y la discriminación, especialmente cuando se trata de impartir justicia en protección de indígenas, mujeres y migrantes. 

Se clama por la independencia del poder judicial respecto de otros poderes, pero se guarda silencio cuando del poderío económico se trata.

El sistema está podrido y aun cuando aplaudo la designación de una mujer por primera vez como ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (nombramiento que de suyo dice mucho del histórico atraso, corrupción y machismo del sistema), dudo que esta inercia sea suficiente para que pueda dársele vuelta a la precariedad actual, básicamente, porque hay más interés en hacer política y garantizar reveses al adversario que en impartir justicia veraz, pronta y expedita.

¿Hasta cuándo, si no es ahora, que la justicia vale menos?

En el tortuguismo judicial se avanza liberando a delincuentes, descongelando cuentas bancarias de reos; amparando a exgobernadores mafiosos, y solapando la impunidad so pretexto de “corregirle la plana” a la fiscalía: ¿Qué de verdad no da una?

Hoy este poder está integrado por sacristanes en una iglesia sin dioses, de oídos sordos a la problemática social; lo que sí protegen con rigor es a los privilegiados. 

Hace unas semanas el super narco-policía que montó la trama de la detención de Israel Vallarta y Florence Cassez, fue declarado culpable por un jurado en Nueva York de varios delitos y es probable que se le imponga cadena perpetua; Israel Vallarta, preso en México desde 2005, no ha recibido sentencia de primera instancia. Surrealista ¿no?

Esa misma semana, un juez ordenó la liberación de los más importantes imputados por la “estafa maestra”; y sin ir más lejos, horas más tarde, dos jueces de distrito liberaron las cuentas bancarias de la esposa de García Luna y del reo Cárdenas Palominos intervenidas por la UIF. 

La otra cara de la moneda muestra expedientes rebosantes en violaciones flagrantes al debido proceso, a la presunción de inocencia, a la tardía impartición de justicia; a la nula defensoría y, principalmente, a la discriminación, la mayoría de las veces, económica, y de manera constante, en función del fenotipo, origen y género.  

Así las cosas, Caro Quintero ríe a sus anchas y nos enfada la palabra “narcoestado” por excesiva, sin advertir que, en realidad, tenemos un poder judicial fallido; un Consejo de la Judicatura decorativo y una polarización tal, que nos nubla y nos impide ver la verdad.

Cuando a León Felipe le preguntaron ¿cuál era la mejor poesía? Contestó: “la mejor poesía es la locura de los hombres que vuelven a la razón cuando conocen la locura de la verdad”. 

POR DIEGO LATORRE LÓPEZ
@DIEGOLGPN

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