APUNTES DE GUERRA

La República mal sentada

La tradición sugiere que el Legislativo y el Judicial flanqueen al Ejecutivo, pero estuvieron al extremo de la mesa

OPINIÓN

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Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Pocas conmemoraciones más republicanas que la del 5 de febrero, aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917 que hoy luce parchada y remendada, pero que -como la cobija de mi abuelita- resiste a todo y a todos.

La de este 2023 fue particularmente significativa pues convocó a la clase política nacional a escuchar cuatro posturas profundamente distintas, que dan cuenta del profundo crisol que es hoy la división de poderes en México.

En una misma mesa, los representantes de los tres poderes de la Unión y el gobernador del estado anfitrión, Querétaro, cada uno con visiones propias acerca del país al que sirven y al que representan, cada uno desde su trinchera: el presidente de la República desde una izquierda muy particular, que se destiñe en la ortodoxia ideológica, pero es consistente en su estilo de hacer política pública. La ministra presidente de la Suprema Corte de Justicia, desde la innegable independencia de un poder judicial que tanto nos ha quedado a deber históricamente, pero que de un tiempo acá busca resarcirse; el presidente del Congreso, en un papel tal vez más partidista del que algunos hubieran deseado, pero aún así digno representante de un poder dividido, el Legislativo; y finalmente el gobernador de un estado de sello partidista distinto al del presidente pero que conserva y privilegia el diálogo respetuoso cómo forma de hacer política.

Se agradecen la claridad y los contrastes en sus posturas: el “nuevo” régimen confrontado al “viejo”; la independencia del tercer poder, el judicial, tradicionalmente más decorativo y hoy con peso propio; el realismo y serenidad del gobernador asido al federalismo como una opción realista y pragmática.

Lamentablemente, una gran puesta en escena y cuatro posicionamientos relevantes y reveladores pasan a segundo plano por las fallas protocolarias que importan -y mucho- en un país en el que las formas son también fondo. El acomodo del presidium es el primer mayúsculo gazapo: estando presentes los tres poderes de la Unión, lo correcto sería que se les sentara juntos. La tradición sugiere que el legislativo y el judicial flanqueen al ejecutivo, pero en este caso son enviados a un extremo de la mesa, en clara señal de lejanía. A esa falta de elegancia sigue otra, tan menor y el mismo tiempo tan notoria: la ministra presidente no se pone de pie para recibir al titular del ejecutivo. El incomprensible y poco elegante gesto es rápidamente interpretado por unos como un agravio y por otros como un acto de independencia y libertad. A qué nivel habrá llegado la política mexicana que una insignificante descortesía se convierta en un símbolo.

Es una pena, porque en vez de revisar y escudriñar lo dicho por los cuatro oradores, nos quedamos en un pobre análisis digno del viejo Manual de Carreño, ese que dictaba a los antiguos las normas correctas de urbanidad.

La vida pública convertida en cuaderno de buenas maneras.

POR GABRIEL GUERRA
COLABORADOR
GGUERRA@GCYA.NET
@GABRIELGUERRAC

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