NOTAS SIN PAUTA

¿Por qué se ve mal Cuauhtémoc Cárdenas?

Cárdenas aceptó la Comisión del Bicentenario, el 19 de junio de 2006, dos semanas antes del proceso electoral tan polarizado, en el que ciertamente había una presión gubernamental y mediática sobre López Obrador

OPINIÓN

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Arturo Rodríguez García / Notas sin Pauta / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Las diferencias de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano con las posiciones asumidas en distintos momentos por Andrés Manuel López Obrador son muy conocidas. De ahí que el lopezobradorismo --que no deja pasar una-- le reproche toda crítica, frialdad o falta de definición.

Y naturalmente, cada oportunidad permite revivir los momentos en que Cárdenas ha tenido una conducta poco generosa, por decir lo menos: desde su obstinación por la candidatura presidencial de 2000 hasta la aceptación en 2006 de aquel efímero cargo para coordinar los festejos del Bicentenario del inicio de la Independencia, o inclusive, su paso gris pero simbólico por el gobierno de Miguel Ángel Mancera.

Los periplos de su período postjefatura de gobierno capitalino se han leído como cálculos perniciosos para López Obrador y no es para menos: el asunto de asumir la candidatura en el 2000, provocó problemas serios a López Obrador dirigente de partido y candidato a sucederlo.

Cárdenas aceptó la Comisión del Bicentenario, el 19 de junio de 2006, dos semanas antes del proceso electoral tan polarizado, en el que ciertamente había una presión gubernamental y mediática sobre López Obrador. Una vez transcurrida la jornada comicial dio inicio al movimiento de resistencia civil, incluído el famoso “plantón de Reforma” y la demanda-consigna multitudinaria del “voto por voto, casilla por casilla”.

Cárdenas, él mismo protagonista derrotado por la fraudulencia electoral, en lugar de caminar junto a quienes luchaban por la certidumbre democrática, se mantuvo en el cargo concedido por el presidente Vicente Fox hasta el 8 de noviembre de 2006, cuando ya nada podía hacerse para evitar por las vías institucionales el ascenso de Felipe Calderón a la Presidencia.

Luego siguió 2012. El PRD había pasado por un profundo proceso de descomposición interna, del desgaste en el ejercicio del poder, la pugna facciosa y, coronación de su podredumbre, decidió sumarse a la mesa del Pacto por México. López Obrador se fue “en paz” a fundar Morena, mientras el gobierno de Mancera la emprendió contra los lopezobrdoristas. Para decirlo de manera coloquial, le jugó las contras.

Y Cuauhtémoc Cárdenas se sumó al gobierno de Mancera con un cargo menor, una entelequia para las relaciones internacionales del gobierno capitalino, un canciller de nada que, sin embargo, aun con su figura maltrecha en las izquierdas partidistas, daba el mensaje de permanencia en el PRD hasta que en 2014 se salió pero nunca quiso entrar a Morena.

Todavía en 2022 volvió a la carga contra López Obrador con la edición de un libro sin pena ni gloria. El Cárdenas de 1986-87 que encabezó la “Corriente Democrática”; el de 1988 y su figura presidencial, así como el fundador del PRD fue percibido distinto. Desde el 2000, es un Cárdenas que caminó por una ruta diferente a la de sus antiguos compañeros de lucha a los que no sorprendió que participara, aunque luego se retirara, de una iniciativa opositora al actual gobierno junto a personalidades impresentables.

Y no se le puede condenar por eso. Los hechos, históricos ya, de finales del siglo XX, lo avalan; ponderar su opinión por encima de las coyunturas es digna de reconocerse; su ejercicio de la libertad de expresar lo que cree y de actuar en consecuencia está bien.

Acaso sólo se ve mal porque, del otro lado, López Obrador siempre lo ha encomiado, ha sido respetuoso y si acaso en días pasados, finalmente, dejó ver un poco de un dolor muy próximo al que se experimenta con la traición.

POR ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA
COLABORADOR HERALDO RADIO
@ARTURO_RDGZ

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