DIPLONOTAS

El insulto en la política exterior

López Obrador puede utilizar el insulto contra los actores políticos mexicanos a diestra y siniestra prácticamente sin recibir un solo rasguño. Pero eso no ocurre cuando lleva su grosera forma de expresarse hacia el exterior

OPINIÓN

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Beata Wojna / Diplonotas / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El uso del insulto y del ataque verbal directo no es algo muy común en la política exterior. Solamente los países en conflicto abierto o en guerra recurren en ocasiones a esta herramienta que en circunstancias normales suele generar muchas tensiones y puede llevar al enfriamiento totalmente innecesario de las relaciones. Cuando durante su presidencia lo usó con mucha recurrencia Donald Trump, a todos nos pareció un despropósito en manos de un líder desequilibrado, casi un demonio capaz de generar una nueva crisis en el mundo en cuestión de segundos.

Aunque el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, no ha llegado a los excesos del republicano, ni podrá hacerlo dado que el peso internacional de México es mucho menor que el de Estados Unidos, no cabe duda de que el uso del insulto y del lenguaje de confrontación en la política exterior ha empezado a caracterizar los últimos años de su presidencia. Cada vez con más frecuencia nos despertamos preguntándonos qué Estados u organización internacional habrá que añadir a la lista de los atacados por el mandatario mexicano con palabras duras, feas o con insultos.

López Obrador ha empezado a engrosar la lista de sus espetos hacia el exterior. Primero llamó borregos  a los diputados de la Unión Europea, habló mal de España en varias ocasiones, arrasó contra Panamá en su momento, y ahora ha calificado de “espuria” a la presidenta Dina Boluarte del Perú, originando que ese país sudamericano retirara a su embajador de la Ciudad de México y dejara la relación bilateral en el nivel de “encargado de negocios”; es decir, lo mínimo indispensable.

López Obrador puede utilizar el insulto contra los actores políticos mexicanos a diestra y siniestra prácticamente sin recibir un solo rasguño. Pero eso no ocurre cuando lleva su grosera forma de expresarse hacia el exterior. Los actores internacionales han elegido diferentes estrategias, para responder a los ataques y a los insultos del presidente mexicano. Algunos prefieren minimizarlo o ignorar, como por ejemplo España, considerando que es mejor esperar hasta el fin de su mandato en vez de empeorar la situación y dañar lazos económicos.

Otros optaron por responder ante las insolencias de López Obrador. Ese es el caso del Perú, que además de bajar el nivel de relaciones diplomáticas, está reclamando que México le entregue a Dina Boluarte la presidencia de la Alianza del Pacífico que desde hace dos meses le corresponde asumir. En adición, AMLO arriesga el funcionamiento de su relación con Gabriel Bóric, de Chile, y con Gustavo Petro, de Colombia, ambos países miembros de la misma Alianza y que sí reconocieron el traspaso constitucional del poder en Perú tras el fallido golpe de Estado del expresidente Pedro Castillo. No sabemos hacia dónde evolucionarán las relaciones entre México y Perú. Por lo pronto, la gran pregunta que tenemos  es qué país sigue después de Perú y cuánto le costará a México una nueva bronca internacional detonada por el presidente. 

POR BEATA WOJNA 
PROFESORA DE RELACIONES INTERNACIONALES 
TECNOLÓGICO DE MONTERREY 
@BEATAWOJNA 

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