COLUMNA INVITADA

Vicente Rojo, la mirada transformadora

El libro nos presenta a un Vicente Rojo exactamente tal y como fue: un amigo entrañable, para la eternidad

OPINIÓN

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Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Escrito por la autora Sonia Hernández, y editado por la Universidad Iberoamericana, es un legado inconmensurable. Es la biografía de Vicente Rojo y es, también, su autobiografía en imágenes. Se presentó en la Feria Internacional del Libro de Minería, el pasado 24 de febrero.

El libro abre con un autorretrato de Vicente, pintado en 1952, que fue la manera en que el artista se presentó con Celia Mediavilla, prometida y a la postre, esposa de Francisco, hermano mayor. 

Este detalle íntimo hace palpable que este libro no sólo sea la historia de Vicente, también es un relato de familia, una crónica común a sus hermanos: Maruja, Pitusa, y Paco; y la de sus padres, Francisco y Teresa.

Leer esta obra provoca una agradable sensación. Lleva al lector a seguir las huellas de un pasado que sigue siendo presente; y para quienes pueblan la tribu de la familia Rojo, implica saberse parte de la misma historia, de una estirpe, una identidad. Sus líneas son un gozo y un jirón de piel; saudade pura.

Las imágenes nos permiten atestiguar el cúmulo de personajes que nutrieron la vida del artista. 

De ahí que me atreva a decir que Vicente Rojo fue Vicente Rojo por sí mismo, por su esfuerzo, pero hubo grandes actores detrás que, con su cariño, compañía, y sobre todo, amor, forjaron al artista que conocemos, principalmente, Alba Cama Villafranca, Albita, el gran y primer amor, compañera, confidente, esposa, amiga, publirrelacionista, incansable madre y abuela, cuñada, y tía… la extrañamos muchísimo; cómo extrañamos a Alba Rojo Cama, con su injusta partida; y a Maruja y a Paco…y hace sólo unas semanas, Celia, se unió al clan y ahora todos ellos, desde algún lugar, se ríen de nosotros y de sí mismos.   

Lean, paseen su mirada en el libro, naveguen entre sus páginas y disfruten de sus imágenes: nos cuentan cosas, nos dicen mucho del artista, su periplo personal; la abundancia, y la escasez; la gracia, la desesperanza; las alegrías, las pérdidas, las despedidas incomprensibles; la guerra, y la muerte; en fin, el continuo rehacer de la vida. Para Vicente, está también lo que significó emigrar de la oscuridad a un mundo de colores; abandonar esa España gris y saberse libre en un país alegre, en donde, además, pudo fluir y expresarse de manera más sencilla.

Huérfano niño, huérfano joven, huérfano adulto, así fue Vicente, quien, con la partida de Albita, tuvo la inmensa fortuna de unir su vida con Bárbara Jacobs; amiga de siempre que se convirtió en compañera, amor y motivo de vida. 

Durante esa etapa Rojo se atrevió  a escribir con imágenes: Alfabetos, Primera y Sexta frase; Preguntas y Respuestas; y un largo etc. Hoy la dulce Bárbara Jacobs, Barbarita (como la llamaba Vicente), continúa regalándonos su cariño, la bondad de sus ideas y también muchas líneas cargadas de recuerdos.

El libro, pues, nos presenta a un Vicente Rojo exactamente tal y como fue: un amigo entrañable, un amigo para la eternidad.  

 

POR DIEGO LATORRE LÓPEZ
SOCIO DIRECTOR DE LATORRE & ROJO, S.C.
@DIEGOLGPN

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