MIRANDO AL OTRO LADO

México avala represión en Nicaragua

En otras épocas esos expulsados habrían sido recibidos primeramente por México, dándoles esperanza y vida para seguir su lucha, el pasaporte incluido

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al Otro Lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“El Presidente Daniel Ortega es un hombre lleno de mucha rabia, mucho odio” ,dijo Dora María Téllez, exguerrillera nicaragüense conocida como Comandante Dos por su rol en la lucha contra la dictadura de Anastasio Somoza. Téllez fue liberada recientemente de la cárcel y expulsada del país por la dictadura de su ex camarada de armas Daniel Ortega, junto con otros 220 presos políticos, al mismo tiempo que les fue retirada su nacionalidad.

Posteriormente Ortega también declaró sin nacionalidad a otros 94 nicaragüenses que viven refugiados en diversos países del mundo. Expertos internacionales y organizaciones de defensa de los derechos humanos reconocen que el acto de arrebatarle a una persona su nacionalidad se hace con la intención de quitarle su humanidad, declarándole una “no-persona”.

Cuando la dictadura cubana manda a sus médicos a otros países, los envía sin sus pasaportes y sin sus títulos médicos. Esto lo hace para que, si intentan escapar, no puedan comprobar ni su nacionalidad ni su profesión. Es decir, los médicos cubanos son no-personas mientras dure su misión. La dictadura nicaragüense aprendió algo de sus colegas cubanos.

Téllez también relató la importancia que tuvo México cuando rompió relaciones diplomáticas con la dictadura de Somoza en 1979. Fue un acto en defensa de los derechos humanos ante la ilegitimidad de una dictadura que apresaba y asesinaba a los ciudadanos de su país. Tellez estimó que el hecho de que México rompiera relaciones diplomáticas con Nicaragua en esa época fue crucial para provocar el eventual derrumbe de la dictadura somocista.

Expresó su pesadumbre porque el gobierno de López Obrador haya mantenido silencio ante el carácter terrorista del gobierno de Ortega y su esposa, Rosario Murillo. Llamó a México a retornar al camino de la solidaridad con las luchas legítimas de los pueblos de América Latina. Explicó cómo, desde 2018, ha habido más de 220 luchadores sociales asesinados en el país, con miles de compatriotas encarcelados y más de medio millón de exiliados fuera de Nicaragua, viviendo en condiciones extremas de precariedad y pobreza. Expresó que reina en Nicaragua un régimen de terror.

Los presos políticos expulsados de Nicaragua arribaron a Estados Unidos como gesto de solidaridad de ese país con los luchadores por la democracia y la libertad. Y el gobierno español les ofreció la nacionalidad española, para tener un pasaporte y poder conseguir empleos o viajar, según sea la necesidad. Los expulsados de Nicaragua sufren represalias adicionales: les son expropiadas sus posesiones y propiedades, además de perder derechos como su pensión a pesar de haber ahorrado toda una vida laboral para ello.

En otras épocas esos expulsados habrían sido recibidos primeramente por México, dándoles esperanza y vida para seguir su lucha, el pasaporte incluido. Trágicamente, hoy la respuesta de México es un ominoso silencio que avala la represión en Nicaragua.

El hostigamiento del gobierno nicaragüense a sus ciudadanos fuera del país ha sido opresivo. Las embajadas se encargan de arrebatarles sus pasaportes a los ciudadanos que consideran “un peligro” para su régimen. Incluso, ahora se le exige a todos los ciudadanos nicaragüenses que desean volver a su país que soliciten una visa en su embajada más cercana para saber si se les otorgará, o no, el derecho a volver a su país. Incluso las líneas aéreas se han hecho cómplices de las tácticas del gobierno nicaragüense, al limitar el acceso a los ciudadanos de ese país a abordar sus aviones cuando “tienen sospechas” sobre la afiliación política de algún pasajero. Una vasta red de espionaje oficialista de Nicaragua cubre Centroamérica y México con relación a los movimientos y actividades de sus ciudadanos en la región.

Incluso hay casos de ciudadanos nicaragüenses que viajan fuera de su país por razones de trabajo o turismo y no se les permitió volver al país, sin explicación alguna.

Carlos Loret de Mola informó de un vínculo revelador en las relaciones de complicidad entre los gobiernos de México y Nicaragua. Descubrió que el Cónsul Honorario de Nicaragua “en el norte del país” era un empresario menor y sin importancia hasta que obtuvo este nombramiento “diplomático”. A partir de ese momento se convirtió en un empresario inmensamente rico y favorecido por contratos leoninos con el gobierno federal. Ha recibido 130 contratos que suman más de 3 mil millones de pesos.

Existe la presunción, entre círculos de inteligencia de seguridad nacional, que gran parte de ese dinero va directamente a llenar las alforjas de la pareja que hace dupla en la dictadura de Nicaragua. Así como México apoya la dictadura cubana, pagando miles de millones de pesos por los “servicios” de supuestos médicos cubanos, por vacunas que no sirven para las nuevas variantes de Covid y un balastro para el tren Maya, al parecer también financia a la dictadura nicaragüense vía un insólito empresario-fachada. Al término del sexenio seguramente nos enteraremos de otras vías de apoyos dados por México a esas dos dictaduras, y a la venezolana, también. Al tiempo.

Nicaragua forma parte de la triada de dictaduras que sostiene que son “de izquierda”, cuando de izquierda no tienen absolutamente nada, ni reclaman las reivindicaciones tradicionales de causas populares. Son nuevas, y perversas, formas de hacer negocios para líderes y sus familias, enriquecidos sin recato.

Y después están los corifeos acríticos de las dictaduras, notoriamente Andrés Manuel López Obrador, cuyo gobierno no solo los apoya, sino que pretende ser su padrino. México les envía dinero para que puedan mantener el control represivo de sus poblaciones, mientras sus gobernantes hacen negocios.

López Obrador demuestra con ello que se ubica del lado equivocado de la historia. Se alía con las dictaduras y rechaza la libertad de los pueblos. ¿Será que sueña lo mismo para México? Por lo pronto, la descripción que hace Dora María Téllez de Daniel Ortega como un hombre “lleno de mucha rabia y mucho odio” parece también describir impecablemente al Presidente de México.

POR RICARDO PASCOE

ricardopascoe@hotmail.com

@rpascoep

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